Precisamente, una de las maneras que tiene el ciudadano para resolver el problema de la falta de transporte público es adquiriendo un vehículo o una motocicleta. Esto se hace evidente cuando vemos la cantidad de motocicletas en total registradas: 1.190.127. La profusión de automóviles y motos no solamente tiene el efecto de causar el colapso en las calles y avenidas sino también impacta en otros aspectos. Dos de ellos son tremendamente negativos: La contaminación del ambiente y los accidentes.
El transporte público en nuestro país no forma parte de un sistema organizado y racional, y es además, motivo de vergüenza y a la vez humillaciones cotidianas para los usuarios. Mientras los países vecinos ya tienen redes de movilidad modernas y pensadas para la comodidad y el bienestar de los usuarios, en el Paraguay el transporte público está muy atrasado.
Para el usuario del transporte público poco cambia con cada nueva administración en el gobierno. La problemática siempre es la misma: Las reguladas y otros padecimientos de los usuarios: El calor en buses que no tienen aire acondicionado, las chatarras que sufren desperfectos y dejan a los pasajeros en las calles, y las largas esperas en las paradas son parte del pésimo servicio.
La clave para resolver el problema del caos del tránsito es pensar en un moderno sistema de movilidad y transporte. Paraguay no puede seguir viviendo en un sistema que representa el atraso. No tenemos un sistema de transporte público, apenas es un grupo de empresas que administran itinerarios, de manera bastante arbitraria, y que con impunidad regulan el servicio, no renuevan las unidades ni hacen mantenimiento, y restringen el servicio los fines de semana y en horas de la noche.
El servicio nocturno Búho, recientemente implementado en Asunción está teniendo bastante éxito. Este mismo servicio es necesario para todas las ciudades del país que reclaman también un sistema de transporte digno.
Se deben dejar de lado las promesas electorales a las apuradas y pasar a desarrollar planes, considerar alternativas que impliquen la calidad de vida de la gente. Para ingresar al siglo XXI el primer paso deberá ser dar alternativas al ciudadano que le permitan no depender de un vehículo particular pues un buen sistema de transporte público ofrecerá comodidad y confort. Los buses eléctricos deberían ser la norma en nuestro país y no las chatarras que arrojan humo negro. Asimismo, se deberá fomentar el uso de las bicicletas; estas ocupan menos espacio y colaboran con la salud de las personas.
Una solución que muchas ciudades del mundo usan es el sistema denominado BTR, el sistema de autobús de tránsito rápido, combinado con metro, tranvías, sistema de trenes de cercanía y largas distancias y bicisendas.
El usuario del transporte público, en vez de ser castigado como es ahora, debería ser premiado con el ahorro de tiempo en su desplazamiento.
Otra realidad es posible para nuestras ciudades. Solo falta compromiso de las autoridades y funcionarios, dejar de lado los intereses políticos y económicos particulares y buscar solamente el bien de la mayoría.