En el Paraguay, cada dos horas, en promedio, un niño o adolescente es víctima de abuso sexual. El dato se puede corroborar, lamentablemente, apenas con una consulta a los medios de comunicación que a diario reportan estos repulsivos delitos. No cabe duda de que tanto el Estado como la sociedad en particular le están fallando a la niñez paraguaya. Las deficiencias deben ser enmendadas y se deben destinar todos los recursos y los esfuerzos necesarios para erradicar de una vez la violencia y el abuso sexual infantil.
Decía Gandhi que la verdadera medida de cualquier sociedad se puede encontrar en cómo trata a sus miembros más vulnerables. Si este fuera nuestro parámetro deberíamos afirmar, sin duda, que la paraguaya es una sociedad indiferente. Considerando los más recientes casos de abuso infantil, se debe admitir que las instituciones del Estado siempre llegan tarde y no han sido capaces de construir políticas públicas de prevención y protección de la niñez.
Los titulares de los periódicos no lograrán ni acercarse al mundo de horror en el que viven niños y niños víctimas de abuso. “Aberrante crimen de beba tiene imputados a padres y la abuela”, dice la noticia sobre la imputación por homicidio doloso y abuso sexual en niños a los padres y a la abuela de una niña de un año y cuatro meses en el Departamento de Itapúa. O aquel que informa: “Detienen a pastor evangélico denunciado por abuso en niño”, que reportaba la detención de un pastor evangélico, líder religioso de una iglesia, denunciado por haber abusado de tres niños entre 10 y 12 años. Otros hablan de investigaciones fiscales sobre denuncias de abuso sexual infantil en una niña de 3 años en Alto Paraná, y el abuso sexual a una menor indígena de 11 años.
Lo cierto en todos estos casos es que la Justicia cuando interviene ya es muy tarde.
No es suficiente con que los casos de abuso infantil activen las alarmas de las autoridades, y que repitan el discurso bien preparado de que se debe fortalecer la prevención. Queda claro que hacen falta más recursos y más profesionales aportando soluciones. Asimismo se hace evidente que las instituciones. tanto a nivel nacional como de los gobiernos locales. no están encarando el problema de la manera adecuada y están demostrando que se está fallando catastróficamente en la prevención. Es hora de cuestionar cómo es posible que las Consejerías Municipales por los Derechos del Niño, la Niña y el Adolescente (Codeni), oficinas operativas en todas las ciudades, no son capaces de presentar mejores resultados.
Faltan mucho más que campañas de concienciación, porque las declaraciones de emergencia que periódicamente votan en el Congreso no aportan soluciones. Es evidente que urgen políticas públicas que encaren el problema de manera integral, poniendo énfasis en la educación, en los protocolos necesarios para evitar de manera más efectiva los abusos; eso solamente será posible brindando información y educación a los niños, niñas y adolescentes. Sin esas herramientas seguiremos lamentando víctimas.
De acuerdo con datos del Ministerio Público, en 2023 se registraron 4.084 víctimas de abuso sexual hacia niños, niñas y adolescentes, lo que representa. en promedio, que cada dos horas se denuncia un nuevo caso. Tampoco se pueden ignorar los datos de embarazo infantil y adolescente, situaciones críticas que nos confrontan como sociedad, ya que son el resultado directo de abusos impunes. Los datos son terribles: el año pasado, 11.102 niñas y adolescentes dieron a luz, de las cuales 405 tenían entre 10 y 14 años.
El sistema de protección y de prevención está fallando. Instituciones, autoridades y funcionarios no están obteniendo resultados; por lo tanto, deben redoblar los esfuerzos para mejorar su gestión. Para eso, todos los juzgados y comisarías del país deben estar entrenados para intervenir estos casos, para garantizar los derechos de los niños. La comunidad también forma parte de este sistema de protección y resulta un desafío lograr que asuma esta responsabilidad de velar por la infancia para evitar maltratos y abusos, pues, como dijo Nelson Mandela, “el verdadero carácter de una sociedad se revela en el trato que da a su niñez”.