05 abr. 2025

Inaceptable insulto del presidente del Congreso

El presidente del Congreso, el cartista Silvio Ovelar, tuvo una semana nefasta. Primero, comunicó la intención de ampliar la sede del Legislativo, mientras se sabía de meteóricos aumentos salariales en Diputados, y después insultó al pueblo paraguayo cuando –sin pudor– brindó una clase magistral sobre la desigualdad en nuestro país. Al justificar la contratación de su hijo, precisamente, por la ventaja que le da su educación en instituciones privadas. Él denostó nuestra educación pública, destrozada por 76 años de gobiernos colorados.

Definido como la “utilización de un cargo para designar a familiares o amigos en determinados empleos o concederles otros tipos de favores, al margen del principio de mérito y capacidad”, el nepotismo es una deplorable costumbre normalizada por parte de los políticos. Los funcionarios y autoridades electos pertenecientes al Partido Colorado dicen, cuando quieren justificarse, que otros partidos hacen lo mismo, lo cual además de no justificar sus perniciosas acciones, no es exacto. La ANR lleva en el poder desde el año 1947, con una brevísima interrupción del gobierno de Fernando Lugo, por lo cual se deduce que la práctica en su mayoría la ejercen los colorados.

El conocido lema de la campaña de Santiago Peña que prometía “vamos a estar mejor” fue interpretado literalmente por los militantes de Honor Colorado que alevosamente nombran a familiares en cargos de la función pública o los ascienden con desmesurados salarios. En la línea del nepotismo, el presidente del Congreso tiene a varios miembros de su familia en la función pública: Su esposa Magnolia Mendoza ingresó sin concurso a Itaipú, donde gana G. 100.000.000; la hermana de su esposa, Violeta Mendoza está en Yacyretá, donde gana más de G. 46.000.000; el suegro Armando Mendoza también en Yacyretá gana más de G. 50.000.000, a los que se suman tres hermanos Ovelar; el último, en sumarse fue su hijo Alejandro en la Cámara de Diputados, con un salario de G. 3.300.000.

El nepotismo en sí es un insulto, pues se trata de repartir arbitrariamente recursos que provienen de los impuestos pagados por el pueblo paraguayo. No obstante, Silvio Ovelar dio un insólito paso adelante y tuvo el mal gesto de justificar la contratación del hijo basándose en la odiosa desigualdad, que es una triste característica del Paraguay. En conferencia de prensa, el senador cartista justificó la contratación del joven en la Cámara de Diputados y aseguró que reúne todas las condiciones, por la formación que recibió en un buen colegio. “Lógicamente, haciendo la hipótesis de que él pudiera concursar el día de mañana en el sector público o privado, ¿él tendría una ventaja comparativa frente a aquel chico que viene de Tembiaporã, que entró en escuela pública o que viene de un colegio de garaje?”, y siguió con una involuntaria explicación de cómo funciona la desigualdad en el Paraguay: “¿Qué nos dice PISA? Chicos como Ale –mi hijo– lógicamente van a tener un desempeño brillante, porque tuvo un colegio bueno, por decirlo top, comparado con otro chico que viene del interior, de escuelas públicas, con docentes probablemente mediocres, sin mucha formación”.

Ovelar dijo alto y claro que la educación pública es deficiente, y que por eso su hijo, que asistió a instituciones privadas, tendrá mejores oportunidades y ofendió de paso a todo el magisterio público. Se olvida que él mismo cursó estudios primarios en Coronel Oviedo. No solamente las expresiones del presidente del Congreso son inaceptables, sino también las acciones de ubicar a toda su parentela en la función pública. Descaradamente, gozan sus privilegios mientras niños y jóvenes de todo el país reciben una educación pública degradada no por la mediocridad de los maestros, sino por la angurria de los políticos y por 76 años de gobiernos colorados. Por culpa de estos políticos miles de niños y niñas dan clase bajo los árboles y no tendrán las mismas oportunidades que los hijos de esos políticos. Resulta indignante saber que los hijos de los trabajadores que sostienen con sus impuestos al Estado no tendrán las oportunidades que tiene el hijo de un senador colorado, mantenido con el dinero público que proveen los esforzados contribuyentes. El pueblo paraguayo no se merece este insulto.