Con bombos y platillos, en febrero del 2016, el entonces titular del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), Ramón Jiménez Gaona, dio a conocer la gran adjudicación del gobierno de Cartes: las obras civiles del Metrobús.
La megainfraestructura se otorgó a la empresa portuguesa Mota Engil, concretamente el tramo del corredor central sobre la ruta 2 Mariscal Estigarribia y la avenida Eusebio Ayala. En ese momento, se presentó a la contratista como una empresa de gran renombre internacional y de intachable prestigio.
Desde un comienzo, Mota Engil prometió terminar los trabajos en marzo de este año, para lo cual subcontrató a la constructora local Ocho A (de Luis Pettengill) que la acompañó en la palada inicial. Empero, la empresa portuguesa no contaba que sería abandonada por su principal aliada, pues Ocho A dejó el barco antes de hundirse.
Sin subcontratista –la empresa que solo trajo su “renombrada” marca al país–, se vio obligada a convenir con constructoras pequeñas y de poca experiencia para avanzar con los trabajos.
Hasta hoy, nadie sabe qué compañías son sus aliadas y sus nombres se guardan como un preciado tesoro. Ni el nuevo ministro del MOPC, Arnoldo Wiens, lo sabe.
Contratar a esta irresponsable compañía (al menos así opera en Paraguay), fue el primer error del plan Metrobús. Su incapacidad quedó evidenciada cuando presentó al MOPC el preaviso notificando la suspensión de los trabajos, a solo días de la culminación de la administración anterior. Alegó falta de pago de menos de 100.000 dólares y atrasos en las expropiaciones.
Sin embargo, el motivo real de esta acción de Mota, sería la desesperación de no contar con la capacidad suficiente para seguir con la ambiciosa obra, pues es bastante absurdo el reclamo de una deuda de 100.000 dólares, atendiendo a que el contrato es por más de 70 millones de dólares, de los cuales ya percibió 20 millones.
También es paradójico que invoque atraso de la liberación de la franja, cuando ni siquiera pudo terminar los frentes que le fueron habilitados, donde, por cierto, hay mucho por hacer.
Al parecer, lo que realmente busca la empresa es obtener más plazo para la ejecución y, con ello, lograr más dinero con sobrecostos que obviamente estará justificando.
El ministro Wiens resaltó hace unos días que la compañía, además de los plazos y la liberación de la franja, puso sobre la mesa otros pedidos. No aclaró cuáles son, ni bajo qué condiciones, pero lo que sí aseguró es que Mota tampoco cumplió con su obligación de pagos por las mejoras a los frentistas.
Las nuevas autoridades del MOPC deben tomar en serio la problemática del Metrobús y principalmente acelerar los trabajos, que es la principal súplica de la ciudadanía. Además, si Mota Engil no tiene intenciones de tomar en serio su primer proyecto en el país, deben rescindirle el contrato y ejecutar la póliza de fiel cumplimiento.