La dificultad para poder capturar a los animales silvestres que han huido del fuego o para acceder a alimentos como el coco, el karaguata o la mandioca, que forman parte de su dieta tradicional, el pueblo Ayoreo Totobiegosode fue forzado a emigrar al sur, donde permanecen en paradero desconocido.
El hecho fue divulgado por el líder indígena Enrique Peibi, que forma parte de otro grupo de ayoreos y que emprendió la semana pasada un viaje de cuatro días a las zonas devastadas por el fuego para tratar de localizar a la aislada comunidad, en la que permanece su padre, de 96 años.
Sin embargo, a su llegada a la zona descubrió que la comunidad de Ayoreo Totobiegosode, conformada por niños, adultos y ancianos, había huido del lugar a pie en dirección al sur, donde fueron avistados por los agricultores chaqueños.
Peibi estima que el grupo de ayoreos en aislamiento está formado por cerca de 15 familias, aunque desconoce si alguno de ellos ha fallecido como consecuencia de los incendios, ya que no tuvo oportunidad de comprobar si están bien.
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“Estamos muy doloridos. Ojalá los que viven allá tengan vida también”, manifestó a Efe a la entrada del Parque Nacional Defensores del Chaco, entre los departamentos de Boquerón y Alto Paraguay, mientras se dirigía a la comunidad.
Peibi teme ahora que el traslado de la comunidad, que carece de tecnología y que no tiene contacto con el hombre blanco, pueda generar un conflicto con los colectivos agrícolas o con otras comunidades indígenas de las inmediaciones.
“Tenemos miedo de que se produzca un enfrentamiento. Queremos evitar que haya matanzas”, expresó.
Ante esta situación, el líder indígena ha hecho un llamamiento a los productores de la zona para que no disparen a los indígenas si se internan en sus estancias y para que les faciliten el acceso a recursos naturales como el agua durante su migración.
Peibi mostró su preocupación con que vuelvan a producir enfrentamientos violentos como los que protagonizaron en la década de los años 50 las comunidades indígenas y los granjeros de la comunidad religiosa menonita que emigraron a la zona del Chaco.
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La última vez que el líder indígena contactó con la comunidad en aislamiento fue en agosto de 2018, cuando se reunió con los ancianos del poblado para asegurarse de que se encontraban bien.
“La vez pasada visitamos y estaban bien tranquilos según los comentarios de los ancianos, y ahora, como hubo esta quemazón no sabemos qué está pasando”, admitió.
Peibi lamentó que haya personas que no comprendan la forma de vida de los ayoreo e indicó que “viven tranquilamente sin necesidad de Gobierno, sin saber las dificultades qué pasa la humanidad hoy”.
Los ayoreos, conocidos anteriormente como moros o pyta jovái, debido a que utilizaban como calzado la piel de tapir con forma rectangular, representa uno de los 19 pueblos indígenas de Paraguay, que están agrupados en cinco familias lingüísticas diferentes.
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Hay 10 grupos distintos de ayoreos en el país, de los cuales los totobiegosode son los únicos que viven en aislamiento, conformando uno de los últimos pueblos aborígenes no contactados de América del Sur fuera de la Amazonía.
Peibi recordó que en las últimas décadas el avance de las grandes explotaciones agrícolas y ganaderas ha ido cercando su territorio y obligándoles a recular hacia los bosques.
Debido a estos problemas, colectivos ayoreos han llevado a cabo en los últimos años varias movilizaciones y cortes de carreteras para reclamar la restitución legal y la protección de cerca 120.000 hectáreas de la región.
Ahora se han visto afectados por una temporada de incendios que comenzó a mediados de agosto y que se ha saldado con más de 293.000 hectáreas de vegetación calcinadas en el Norte del país, junto a las fronteras con Bolivia y Brasil.