02 oct. 2024

Independizarse de Gran Bretaña no es una opción para los isleños de Falkland

Ni un antiguo poblador de las Islas Falkland (Malvinas), como Roger Edwards, miembro de la Asamblea Legislativa que gobierna este archipiélago, ni los habitantes de la nueva generación como Sean Moffat, que nació hace 27 años en estas tierras, apoyaría la idea de independizarse del Reino Unido de Gran Bretaña.

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Los isleños no quieren independizarse de Gran Bretaña. Foto: Susana Oviedo.

“Somos orgullosos de ser británicos”, dice el joven, que hoy es profesor de Diseño y Tecnología en la secundaria local. Ser totalmente independientes de Inglaterra les suena descabellado, no solo porque nacieron y crecieron en este territorio británico situado en el Atlántico sur, o porque comparten el idioma y costumbres de ese país europeo, o porque sus antepasados vinieron de allí, sino porque “eso significaría una inmediata invasión de la Argentina”, lo que para el legislador Edwards los convertiría en una colonia del país sudamericano, explica Susana Oviedo, periodista de Última Hora que se encuentra en la isla invitada por la Embajada Británica en Paraguay.

Así de claro respondió preguntado si en el futuro podría cambiar el actual estatus de territorio británico de ultramar que posee Islas Falkland. Este planteamiento surge tomando en cuenta que ya alcanzaron autonomía económica, tienen Constitución propia y eligen libremente a sus representantes en la Asamblea Legislativa que, en la práctica, gobierna las Islas.

Pero no, la guerra del ’82 entre Gran Bretaña y la Argentina por la posesión de este conjunto de dos grandes islas y otras 700 de dimensiones más pequeñas, es aún muy reciente en la memoria de la población.

El profesor Sean Moffat y su ex compañero de colegio y actual colega, Zoran Zuvic, dicen que sus padres recuerdan la invasión a la Isla y que vivieron encerrados durante el conflicto con los argentinos.

Ambos jóvenes educadores nacieron en Falkland años después del conflicto bélico, pero conocen lo que sucedió entonces, por eso valoran la comunidad que se construyó, con apoyo del Imperio Británico.

Como otros chicos que al concluir la Secundaria en Stanley, capital de Falkland, fueron a estudiar en universidades del Reino Unido, ellos también lo hicieron.

Al cumplir 16, viajaron a Gran Bretaña para realizar la Preparatoria (High School) y luego ingresar a la universidad. Zuvic es profesor de Ciencias; y Sean, de Diseño y Tecnología. Hoy, enseñan en el colegio local.

Sus estudios fueron pagados con recursos del Gobierno de la Isla. “Estamos muy agradecidos con Gran Bretaña por lo que nos dieron”, dice Sean, que asegura que es el mismo sentimiento que tienen otros jóvenes de su generación que retornan de Europa y quieren hacer lo mejor por Falkland, en memoria de los soldados británicos que murieron en la guerra que en Sudamérica se conoce como de las Malvinas.

Al estallar la guerra el 2 de abril de 1982, el padre de Sean, un marino retirado, tenía una estancia en Falkland. Había llegado en el ’81, un año antes del conflicto.

Zuvic refuerza la posición que defienden, recordando que en 2013 el 99,8% de los habitantes del archipiélago votaron en un referéndum que querían seguir siendo un territorio británico.

Ni Sean ni Zoran tienen un amigo argentino, ni han tenido contacto con un ciudadano de esta nacionalidad durante sus estudios en el Reino Unido. De Sudamérica no conocen sino Santiago y Punta Arenas(Chile) y un poco de Perú.

“Es muy difícil que cambie la mala relación con la Argentina”, dice la alemana Claudia Glatsmeier, veterinaria al servicio del Gobierno de la isla. Como extranjera, cuenta que todo lo que escucha sobre este tema de parte de los falklanders(habitantes de las islas) es sobre la guerra con la Argentina.

Un hecho que el joven Zoran Zuvic resume como una guerra económica provocada contra ellos por la Argentina.

Sus reservas respecto a los argentinos, aclara Zoran, no son solo por lo que les hablaron sus mayores acerca de lo que fue la invasión del ’82, sino por lo que les toca vivir hoy: Una desconfianza permanente hacia sus vecinos del continente sudamericano, de donde abastecerse o tener vuelos aéreos resultaría mucho más ventajoso, pero ya no es posible, por los hechos del ’82.

Gilbert House, otro miembro de la Asamblea Legislativa, dice que en todos los foros internacionales donde coinciden con argentinos, estos piden que expulsen a los isleños de Falkland.

“Lo que más duele de ellos es que digan que no existimos”, dice Janet Pompert Robertson, que nació en la Isla, y de niña estudió en la Argentina, donde tiene familiares.

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