Con un acto en el punto fundacional de la gran urbe brasileña, en el que se realizaron danzas tradicionales y se lanzó la campaña Resistencia Guaraní SP, los indígenas pusieron fin a la ocupación simbólica de 24 horas del primer edificio de São Paulo, levantado por orden de los jesuitas en 1554. “Estamos aquí hoy en el Patio del Colegio (como se conoce en la ciudad al edificio), que construyeron otros guaraníes tras la masacre que sufrieron, para que las tierras indígenas sean reconocidas por el Gobierno”, dijo Aramirim, una auxiliar docente de la comunidad, que hace 20 años vive en el Pico de Jaraguá, un área aborigen en la periferia de São Paulo. Este territorio de 1,7 hectáreas aglutina a 700 de los 2.000 guaraníes de la ciudad y, según los organizadores, es el territorio indígena más pequeño de todo Brasil, con una densidad de 500 habitantes por hectárea. La Fundación Nacional del Indio (Funai, estatal) reconoció un aumento de los territorios de la comunidad guaraní de São Paulo hasta las 16.500 hectáreas.
Sin embargo, los indígenas no pueden tomar posesión de esas tierras hasta que se firmen los documentos con las nuevas demarcaciones. afp