El fanático racista le costó a la prestigiosa institución azulgrana una multa de USD 50.000; además de eso, el club deberá hacer una campaña de concientización contra el racismo.
Es difícil no conmoverse cuando le ves a un millonario que sabe jugar fútbol rendirse a las lágrimas cuando es objeto de palabras y actitudes racistas. Saben bien de quién les hablo; lo que le hicieron al jugador del Palmeiras se lo hicieron muchas veces a Vini Jr. y no, señor, eso no está bien.
Despreciar al prójimo, sea millonario o una persona en situación de calle, está mal, porque así lo dice claramente el primer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.
El fútbol, señora, forma parte de nuestras vidas, y refleja por lo tanto lo bueno y malo de las realidades de este mundo. En los tiempos que vivimos hay mucho odio, hay racismo y discriminación; hay desprecio hacia las mujeres, los gordos, los pobres, los negros, los indígenas y hacia los gays, entre otros colectivos. Los insultos no solo están en los gestos ridículos de los hinchas o en los gritos de macaco, indio o maricón, también están presentes cuando les llaman princeso , o cuando le advierten que no llore como nenita . Y, particularmente, las redes sociales están llenas de gente ignorante y agresiva, machistas, racistas, xenófobos, homófobos, todos básicamente militantes del odio.
Desde aquí, hemos visto de todo, nos hemos avergonzado por Chilavert aquella vez que comentó las lágrimas Vinicius diciendo: “Que no sea maricón, el fútbol es para hombres”. Aunque también tenemos los testimonios del técnico Chiqui Arce, quien recientemente había compartido su experiencia de cuando jugaba en el Brasil. “Yo mismo en Porto Alegre tenía un amigo que me decía “nuestro indio”, pero yo me sentía orgulloso. Obviamente tengo rasgos indígenas, pero a mí no me afectaba, a ellos sí les afecta mucho”. Y podemos recordar también con orgullo aquella vez que Óscar Romero hizo callar a su propia hinchada. Ante los cánticos racistas durante el partido, que coreaba: “Son todos bolivianos, paraguayos, que solo sirven para botonear...”, mensaje dirigido para Boca; Óscar Romero se dirigió a la hinchada, les pidió que no cantaran eso, les pidió silencio. Al final salió ovacionado.
Para denotar debilidad les llaman princesos o nenita a los jugadores, pero no entienden nada.
Porque esos ignorantes tampoco saben que si las mujeres nos pusiéramos a llorar por cada palabra, o gesto agresivo, de acoso, de intimidación; con cada mensaje con fuerte contenido sexual cuando simplemente vas caminando por la calle, o cuando sabemos que nos pagan menos por hacer el mismo (o mejor) trabajo que los compañeros varones, si nosotras nos pusiéramos a llorar con cada discriminación que sufrimos, este mundo sería una llorería . No lo hacemos, y en cambio convertimos la indignación en lucha, pero bueno, esa es otra historia, una que recordamos cada 8 de marzo.
Un caso muy actual y, sin duda, ejemplar es el de la jugadora española, campeona mundial, Jenni Hermoso, quien según leí ya no fue convocada a su selección. Recordarán que ella le había denunciado al dirigente de la Federación española Luis Rubiales, el cual debió pagar una multa de 10.800 euros por el delito de agresión sexual en contra de la jugadora. Sin embargo, la selección española sí convocó al jugador Raúl Asencio, quien actualmente está imputado por presunta pornografía infantil. Y eso, señor, sí que es para ponerse a llorar.