Las micro y pequeñas empresas que se dedican a la fabricación de calzados en Paraguay son, históricamente, una de las más afectadas por el contrabando, un problema que arrastran desde la década de los 90 y que está diezmando la cantidad de pequeños emprendimientos que se encargan de la fabricación de zapatos de cuero de alta calidad y resistencia.
Este sector ya arrastraba un grave problema con este flagelo antes de que empezara la pandemia, que luego se profundizó con la crisis económica generada tras el Covid-19, que contribuyó a que cerrarán más de la mitad de las pequeñas empresas dedicadas a la confección de calzados, según comentó Elder Otazo, presidente de la Cámara de la Industria del Calzado del Paraguay.
“Debido a la crisis, la gente está priorizando otros aspectos como el alimento, la salud y educación, y deja de lado aquellas cosas que no son prioritarias, como el calzado, que si bien va mucho con la actividad laboral y educativa, la gente opta por usar lo que tiene o por comprar calzados mucho más baratos”, indicó Otazo.
El promedio de compra de calzados es de dos pares por persona, aunque hasta hace un tiempo era de 2,5 por habitante, que daba un promedio de consumo anual de 15 millones de pares. En tanto que, según un registro oficial, del 2010 al 2019 ingresaron alrededor de 30 millones de pares importados legalmente, lo que de por sí ya saturaba el mercado, a lo que se sumaba el contrabando. “Siendo sinceros, vemos que no es fácil erradicar el contrabando, un problema que lleva años para nuestro sector. Desde mi punto de vista, se debe involucrar a instituciones como a las municipalidades, por ejemplo, a esta lucha para eliminar este flagelo. No puede ser que una ciudad como Itauguá, que es productora de calzados, tenga ofertas de zapatos de contrabando en su mercado municipal. La Comuna debería intervenir y advertir a estos comerciantes de que serán denunciados si siguen vendiendo estos productos”, dijo Otazo.
El dirigente del sector solicita a las autoridades a reforzar los controles para evitar el ingreso ilegal de este producto, sobre todo, ante la cercanía de las fiestas de fin de año, de manera que los fabricantes locales puedan vender sus productos y obtener un oxígeno económico que les permita seguir elaborando su producto.