16 abr. 2025

Inflación se desacelera, pero se mantiene alta y con incertidumbre

Los recientes informes del Banco Central del Paraguay (BCP) dan cuenta de la persistencia de riesgos e incertidumbres importantes para la economía. Se espera un cierre del año 2022 con el mayor nivel de inflación en la última década, cercano al 8,8%; mientras que para el 2023 la reducción del ritmo de crecimiento. No obstante, hay que ser cautelosos en las proyecciones teniendo en cuenta la confluencia de una cantidad de variables cuya trayectoria es difícil de estimar, ya que dependen de factores altamente volátiles e inciertos.

El Banco Central del Paraguay presentó el informe sobre las expectativas de variables económicas (EVE), correspondiente a octubre del 2022, en el cual se evidencia que las estimaciones de los agentes económicos respecto a la inflación prevalecen por fuera de la tasa objetivo de la banca matriz (4%), tanto para fin de 2022 y 2023 como para el denominado horizonte de política monetaria (en un plazo de entre 18 y 24 meses). Desde el próximo año en adelante, se espera que la variación de precios se ubique dentro del rango meta (hasta 6%).

El mayor impacto está dado por los combustibles, con aumentos del 50%, y los alimentos, con el 20%. Solo estos dos rubros explican el 70% de la variación de precios. Este problema no es menor si se considera que ambos conceptos tienen alto peso en la canasta familiar, especialmente en los hogares de menores recursos. En los niveles de pobreza representan todavía más, lo que significará que independientemente del posible aumento del producto interno bruto, la inflación obstaculizará el objetivo de reducir la pobreza, incluso de mantener el mismo nivel posterior a la pandemia.

Si bien el escenario es negativo, los últimos datos de inflación denotan una moderación más rápida a la prevista en las proyecciones de junio. Las expectativas de inflación de mediano plazo se han estabilizado en los últimos meses, no obstante permanecen ligeramente por encima de la meta. El BCP espera que la política monetaria contractiva y la reciente desaceleración de la inflación ajusten las expectativas de los agentes económicos y se reduzcan las presiones inflacionarias.

El aumento del tipo de cambio incorpora tensiones, ya que una parte importante de los bienes de la canasta familiar son importados. Estas proyecciones inflacionarias se enmarcan en las perspectivas de crecimiento. A nivel internacional, para 2022 y 2023 continúa un escenario complejo con la reducción de los precios internacionales de commodities como soja, trigo y maíz. Se espera en este mismo sentido una baja en los pronósticos del precio del petróleo. En los mercados financieros, se ha vuelto a verificar un incremento en los rendimientos de bonos soberanos de economías avanzadas.

En el ámbito regional, los indicadores de actividad para el año 2022 son optimistas mientras que para 2023 se prevé un escenario conservador. En relación con los precios, hay un comportamiento mixto, con algunas economías que han verificado menores tasas de inflación en setiembre, mientras que otras registraron tasas más elevadas. En este escenario, algunos bancos centrales han desacelerado el ritmo de subas de las tasas de política monetaria.

Como se puede ver, estamos ante un contexto sumamente difícil de darle una mirada de largo plazo a la economía local, ya que muchas de las variables importantes a nivel global y regional impactan en nuestra economía de manera importante. Una suma de factores exógenos impiden no solo contar con proyecciones relativamente estables sino que reducen la capacidad de que políticas internas mitiguen la volatilidad.

Una de las características más importantes de la economía paraguaya es su alta volatilidad derivada de su dependencia extrema de condiciones ajenas al país, como el clima y los mercados internacionales.

Paraguay, teniendo todas las posibilidades de contar con un modelo productivo menos vulnerable, ya que cuenta con posibilidades de producir alimentos y su propia energía, terminó dependiendo de otros países, siendo los más perjudicados los sectores de ingresos medios y bajos.

La inflación no es un problema menor, por lo que el Gobierno debe tomar medidas que vayan más allá de las monetarias tradicionales, de manera a mantener la capacidad adquisitiva de los hogares y garantizar un piso mínimo de bienestar.