Los problemas logísticos y en las cadenas de suministros originadas por los cierres de fronteras para controlar la expansión del COVID-19 en 2020 no retomaron aun sus ritmos pre-pandémicos generando escasez y aumentos de costos.
El rol de la China en la oferta de algunos bienes exportados por este país también ha contribuido a elevar los costos internacionales especialmente en los casos de fertilizantes y acero, materias primas fundamentales para algunos sectores.
El caso de los fertilizantes se ha visto agravado por la guerra Rusia-Ucrania, ya que este último país también es exportador y está impactando en la producción de alimentos a nivel mundial. La guerra además afectó al trigo y otros alimentos, atendiendo a que los dos países involucrados son productores y exportadores de trigo.
La subida del precio del petróleo es otra de las razones de mayor peso. Paraguay, al tener una matriz de consumo basada en este tipo de combustible, está sufriendo una fuerte incidencia en las estructuras de costo de la mayoría de los bienes y servicios producidos en el país.
Adicionalmente a los aumentos de costos por las condiciones logísticas, economistas y analistas internacionales empiezan a mostrar evidencia del aumento de precios por parte de las grandes empresas gracias a su poder de mercado, quedando los consumidores como tomadores de precios.
Todos estos factores se encuentran del lado de la oferta externa; si a esto le agregamos los problemas de la oferta interna de alimentos que viene con problemas desde hace varios años atrás, nos enfrentamos a un escenario en el que la política monetaria tiene escaso impacto.
La reciente proyección de crecimiento para el año 2022 realizada por el Fondo Monetario Internacional y confirmada luego por el Banco Central del Paraguay estima un aumento del PIB cercano al 0% añadiendo complejidad al escenario.
Si la inflación continúa aumentando y en paralelo tenemos bajo o nulo crecimiento económico nos encontramos frente a una seria posibilidad de estancamiento con inflación, con lo cual una política monetaria que aumente las tasas de interés para sacar dinero del mercado puede conducir a una profundización del estancamiento con efectos adversos en el empleo y con poco impacto en el nivel de precios. Es decir, el resultado neto podría negativo para la mayoría.
Los ingresos laborales son bajos y la totalidad de los mismos se destinan a bienes básicos como alimentación, movilidad, salud, educación y vivienda, por lo tanto cualquier cambio en la capacidad adquisitiva o en el empleo afecta a la calidad de vida. La mayoría de las familias no cuenta con capacidad para adaptarse al aumento de los precios, menos aun las que tienen jefatura femenina. Las estrategias de sobrevivencia obligan a reducir el consumo o reducir la calidad de los alimentos, incorporar más integrantes al trabajo, incluyendo niños, niñas y adolescentes, o al endeudamiento. Nada de esto es positivo para la economía y el bienestar familiar y tampoco para el país. Es urgente que el gobierno de señales claras sobre su intención de al menos probar nuevas medidas atendiendo a que esta coyuntura es totalmente atípica.