Aunque la reforma tributaria del 2019 derogó la devolución del IVA (impuesto al valor agregado) exportador, se aplicó nuevamente entre las medidas económicas en tiempos de pandemia, convirtiéndose en un gasto tributario, explica la investigadora del centro de estudios BASE Is Sarah Zevaco, en uno de los artículos de la novena edición del informe lanzado recientemente.
Sobre este punto reveló que el complejo sojero, incluyendo el maíz y el trigo, aportó al Estado apenas el 0,7% de los ingresos tributarios en el 2022. El año anterior su participación fue del 0,6%.
Zevaco publicó que fueron aproximadamente 50 las empresas beneficiadas con la devolución del crédito fiscal por un monto total de G. 453.000 millones, alrededor de USD 65 millones. Este valor representa ocho veces el presupuesto del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible o casi cinco veces de los recursos del Ministerio de la Niñez y la Adolescencia. Asimismo, supera a los G. 430.000 millones de presupuesto del programa Tekoporã, que asiste a 170.000 familias
“Ello deja a los agroexportadores de soja sin pagar casi impuestos. En este caso, no existe aporte, sino costo tributario para el Estado, sumado a demás incentivos en obras como el Corredor Metropolitano Oriente (212 millones de USD) o el Corredor Agroindustrial Occidental (235 millones de USD)”, cuestiona en el informe Con la soja al cuello.
El sector cárnico no se queda atrás, pues la devolución del impuesto fue aún mayor, con G. 525.000 millones en el 2022.
De esta manera, Zevaco advierte que el Estado en realidad está financiando especialmente a multinacionales.
Los datos y análisis parten de más de 15 solicitudes realizadas al entonces Ministerio de Hacienda a través del portal de Acceso a la Información Pública.
Situación. Puso en contexto además la baja presión tributaria que rige en Paraguay, con una tasa del 10,4%, la más baja de Sudamérica. A esto se sumó la alta evasión fiscal por los niveles de prebenda y de corrupción existente en el Estado y en menor medida por la informalidad. En el conjunto de impuestos, hay una evasión que rondaría el 25%.
La crítica hacia el sector agroexportador no se limita a su aporte tributario, sino a su impacto a nivel general. En el ámbito del empleo, el material señala que el trabajo asalariado en el campo bajó más del 50% y que la precariedad sigue siendo muy importante.
En cambio, este segmento recibe, según esta investigación, beneficios en forma pasiva, que incluyen tolerancia a la deforestación y a la contaminación, al contrabando de plaguicidas y máquinas, así como arbitrajes judiciales a su favor.