La minga ambiental estuvo a cargo de funcionarios de la Itaipú Binacional, Emergencia Nacional y el Ejército, entre otras instituciones, con el objetivo de retirar la mayor cantidad de basura, debido a que que por el calor y las lluvias constantes, forman criaderos de mosquitos y generan una alta contaminación ambiental.
Las aguas del arroyo Acaraymí volvieron a su cauce normal, tras el descenso del río Paraná, dejando a su paso una inmensa cantidad de basura.
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Entre los desechos visibles se encuentran restos de isopor, latas, prendas de vestir, botellas de plástico y recipientes de todo tipo. Esta situación, combinada con los niveles de humedad y el calor, crea un ambiente insalubre y desagradable.
El perjuicio es enorme para muchas familias que perdieron todo, mientras que otras recuperaron algunas cosas, pero el mayor golpe fueron los días que no pudieron trabajar.
La inmensa mayoría trabaja de manera particular, principalmente en el comercio, cumpliendo tareas como mesiteros, casilleros y vendedores ambulantes.
Mientras los pobladores se acomodan como pueden, muchos optan por juntar la basura y quemarla, a pesar de que es una práctica prohibida y sancionada por la Municipalidad.
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Esto se pudo observar ayer en varios sectores en los alrededores de la canchas de fútbol y de vóley ubicadas al costado del Club Lenteros Unidos.
El pasado 29 de octubre en horas de la mañana empezó el trabajo de asistencia de los pobladores de la zona baja con la evacuación y para la tarde de ese mismo día las aguas del Acaraymí inundaron una centena de viviendas, debido a la crecida del río Paraná, producto de intensas precipitaciones registradas en la región.
En el pico de la crisis, más de 500 familias (unas 3.000 personas) fueron afectadas entre Ciudad del Este y Presidente Franco y se crearon unos 15 albergues, donde los afectados recibieron servicios, cestas básicas de alimentos, agua potable y atención médica.
Con esto concluye el operativo, luego del regreso a sus casas de las dos últimas familias asistidas en los albergues.