La inundación es un evento devastador para el Departamento de Ñeembucú. El impacto ambiental que tiene esta nueva inundación será difícil de recuperar, ya que al igual que las personas, los animales son desplazados de su hábitat natural.
La necesidad alimentaria en estos momentos se encuentra cubierta con la llegada de los víveres de la SEN. Tras el paso de la lluvia, se anuncia la llegada de un frente frío que castigará con dureza a los estoicos pobladores. Esta situación condiciona la salud, sobre todo, de los más pequeños, muchos de ellos transitan largas distancias descalzos, exponiéndose al peligro y a la contaminación.
El agua potable es un punto clave. Con la inundación todos los pozos donde se surtían del vital líquido se encuentran afectados por la contaminación. Desde Salud Pública alertan hervir el agua antes de consumir. El drama que se observa es la pérdida de sus medios de vida, sus animales y plantaciones.
Igualmente, esta contingencia afecta a otros que se dedican a la fabricación de ladrillos. Algunos señalan que su única alternativa es abandonar el área e intentar adaptarse a un nuevo hábitat. Porque para los pobladores el desastre natural no es la inundación, sino sus consecuencias.
Desde lo económico, las inundaciones golpean de una manera muy fuerte. Los moradores que viven en las áreas afectadas experimentan una carga financiera en la sustitución de los artículos perdidos y en la reparación de sus hogares. Los agricultores también sufren la pérdida de sus cultivos.
Para don Valeriano Velazco esta nueva inundación es un golpe muy fuerte para su familia. Refirió que se dedica a la horticultura.
“Todo lo que producíamos lo comercializábamos en Pilar, todos los días. Este el momento que no tengo nada, todo quedó bajo el agua“, comentó el angustiado productor.