Un joven –con síntomas respiratorios– se sostiene la cabeza. Lleva horas esperando una atención médica en urgencias. En un promedio de 20 minutos, ningún médico ni enfermera procede para agilizar la atención ni llama por su nombre a los agendados para ingresar al consultorio.
El joven paciente, como resignado, está sentado en un estrecho pasillo –junto a casi 30 asegurados más– en los sillones que ya están rasgados, con tapizados rotos, en mal estado y sin la espuma.
Incluso, algunas sillas –como ya no tienen tapizados– fueron pintadas solo con pintura negra y colocadas en los pasillos del centro luqueño.
Solo el nuevo edificio, los consultorios y las oficinas administrativas lucen una nueva pintura y construcción, pero los muebles están en pésimo estado. Incluso, por las eternas obras, la farmacia funciona en la planta superior junto a las oficinas administrativas y los consultorios.
En estrechos pasillos, los asegurados forman fila para intentar retirar medicamentos. Algunos se retiraron con las manos vacías, por supuesto, tras el reclamo al farmacéutico.
SOBRECARGA. En la planta baja operan los consultorios de urgencias pediátricas y para adultos –que la semana pasada– estaban colapsados debido a la gran cantidad de pacientes con síntomas de cuadros gripales.
En medio de los tubos para oxígenos –depositados en los pasillos–, los enfermos aguardaban por horas la atención médica, según se escuchaban las quejas. Los limpiadores trabajan arduamente entre los pacientes atestados en los estrechos pasillos.
A la entrada de urgencias pediátricas, una madre levantaba la tapa de un basurero para que su hija de casi 8 años vomite. El servicio estaba sobrecargado y la niña ya no se sentía bien.
En las urgencias pediátricas pululaban los pacientes con cuadros gripales que sobrepasaban la capacidad del servicio.
Desde julio del año pasado, se trasladaron los consultorios al nuevo edificio, que ya presenta deterioro de la pintura y humedad en el techo en algunas zonas, según pudo comprobar un equipo de ÚH.
La otra parte de la infraestructura –cuyo edificio anteriormente era de una cooperativa– está en fase de construcción. “Hace años que no se entrega la obra. Es hora que se termine”, dice un peatón que pasa frente a la construcción del Hospital de Luque.
ANTECEDENTES EDILICIOS. El Hospital de Luque se inauguró el 30 de octubre del 2006. En ese entonces, el IPS adquirió el edificio en el que funcionaba una cooperativa, la infraestructura no tenía las características para un centro hospitalario, por lo que se hicieron algunas remodelaciones para su uso, que en ese entonces no fue suficiente.
Tras seis años de estancamiento del avance de las obras, en el 2018 se rescindió contrato con la constructora. Posteriormente, se licitó y adjudicó la contratación de las obras a una nueva empresa en el 2019.
Tres años después, en mayo del 2022, se trasladaron los servicios al nuevo edificio, ubicado al lado del antiguo.
La nueva obra –cuando alguna vez concluya– permitirá contar con camas de internación, incluso con quirófanos, los cuales se clausuraron en el 2008, por deficiencias edilicias. La construcción interminable está a cargo de la firma Aponte Latorre.