En numerosas plazas de Bagdad y en nueve provincias del centro y sur del país se gritaron consignas contra Washington y Teherán por convertir Irak “en una plaza para su rendición de cuentas” y contra los políticos “corruptos” iraquíes que lo permitieron.
En la plaza Tahrir, en el centro de la capital, los participantes eran muchos más que en semanas anteriores, y es que en el país se registran manifestaciones diarias desde el 1 de octubre, si bien en los últimos días se han visto empañadas por la escalada de tensión en Oriente Medio.
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Decenas de miles de personas se manifestaron en todo el país desde primera hora de la tarde, según datos proporcionados a Efe por uno de los organizadores, Sabah Nabil, quien precisó que las demandas de la población siguen siendo la “mismas”.
Entre ellas están la celebración de comicios bajo la supervisión de Naciones Unidas y la elección de un nuevo primer ministro independiente, con la iraquí como única nacionalidad y capaz de “acabar con el sufrimiento del pueblo y recuperar la soberanía” de Irak.
Las fuertes medidas de seguridad y el amplio despliegue de tropas no han evitado que un periodista y un fotógrafo murieran a manos de hombres armados “desconocidos” mientras cubrían las protestas en la meridional Basora.
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El canal iraquí Degla, para el que trabajaban, confirmó en el fallecimiento de su corresponsal en Basora Ahmed Abdelsamad y del fotógrafo Safaa Ghali.
Las protestas fueron multitudinarias, pese a que desde su inicio hace más de tres meses en ellas se han producido cientos de muertos y miles de heridos en enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes, así como en tiroteos y ataques de francotiradores atribuidos a milicias progubernamentales.
Sin embargo, este viernes han cobrado un matiz distinto y es que, además de sus demandas habituales, los ciudadanos también han salido a las calles para impedir que Irak “se convierta en un país para la rendición de cuentas entre Estados Unidos e Irán, queremos un Gobierno con lealtad a Irak”, según el manifestante Hason Abdel Amir al Saday.
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“Queremos la dignidad y soberanía completa, queremos vivir con libertad, seguridad y paz”, resaltó Al Saday, quien condenó que se convierta a Irak en parte de los conflictos regionales e internacionales.
Se refería así al ataque de Estados Unidos que hace una semana acabó en Bagdad con la vida del comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución iraní (IRGC), general Qasem Soleimaní, y líderes de las milicias chiíes Multitud Popular.
Pocos días más tarde, Teherán respondió, de nuevo en territorio iraquí, con el lanzamiento de misiles contra dos bases que albergaban a militares estadounidenses en el oeste y norte del país, un cruce de acciones que Bagdad ha interpretado como una violación a su soberanía.
Por ello, tras el ataque de Washington en Bagdad, el Legislativo iraquí aprobó una moción en la que solicita al Ejecutivo que acabe con la presencia de cualquier fuerza extranjera en Irak y anule la petición de ayuda a la coalición internacional, liderada por EEUU, de lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Abdelmahdi ha pedido a Washington que envíe a sus representantes para establecer un mecanismo de aplicación de “la decisión del Parlamento sobre la retirada de las fuerzas de Irak”.
Según un comunicado emitido este viernes por su oficina, Irak está interesado en mantener buenas relaciones con los “amigos” en la comunidad internacional y así se lo trasladó ayer al secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, durante una conversación telefónica.
En la llamada, el dirigente iraquí dijo también de que “hay fuerzas de Estados Unidos que entran en Irak y drones que vuelan sin permiso del Gobierno iraquí, lo cual es contrario a los acuerdos firmados”.
Además de tratar los últimos acontecimientos en la región y el deseo de las partes de evitar una “guerra abierta”, Pompeo prometió al primer ministro seguir el asunto de la entrada de tropas y vuelo de aviones no tripulados, y reiteró su “respeto” a la soberanía iraquí.