La parroquia de Cristóbal Acosta está ubicada a casi 400 kilómetros de Asunción y abarca 22 comunidades. El religioso que está al frente de la parroquia San Eugenio de Mazenod relató la desesperante situación en la que se encuentra la población de esta zona. “Si no es sequía, es inundación”, decía desconsolado el religioso, y señaló que con siete meses sin lluvia ya prácticamente se quedaron sin el líquido vital.
Debido a la escasez de agua está en riesgo la continuidad de las labores en una residencia en la que cerca de 70 jóvenes cursan un programa de Bachillerato Técnico Agropecuario (BTA). Asimismo, se verá afectada por la situación otra escuela a la que asisten más de 200 alumnos. En este lugar, la localidad de Teniente Manuel Irala Fernández, viven unas 5.000 familias que son en su mayoría indígenas.
Debido a las circunstancias, es muy probable que este año tengan que adelantar el cierre del ciclo escolar, según explicó el religioso, quien añadió: “Ya es insostenible tener a los jóvenes”, ya que no cuentan con agua potable para el consumo. “Si toman agua del tajamar les dan otras enfermedades, como diarrea y otras cosas que les afectan”.
La sequía y la falta de agua afectan también a otras escuelas públicas, a centros de salud y a la población en general; la asistencia del Gobierno es sin dudas insuficiente.
Debido a la situación, el Gobierno estableció un plan para abastecer de agua y envió camiones cisterna con agua potable a la región, de 246.925 kilómetros cuadrados, que incluye a los departamentos de Boquerón, Alto Paraguay y Presidente Hayes.
El titular de la Secretaría de Emergencia Nacional, Arsenio Zárate, informó que 250.000 litros de agua potable partieron rumbo al Chaco, 180.000 litros para la zona de Villa Choferes (Boquerón) y 70.000 litros para Teniente Irala Fernández. El ministro detalló que son 32.000 los afectados y que de esa cifra, 26.000 pertenecen a comunidades nativas. Anunció que el operativo no va a parar hasta que se llegue a solucionar el problema del agua, porque es la directiva del presidente.
Desde hace meses la crítica situación está ocupando espacio en los medios de comunicación, los cuales reproducen las dolorosas historias de estos pobladores que subsisten en condiciones muy precarias.
Última Hora había publicado sobre las condiciones de vida de la comunidad Yichinachat y José Selvich, del pueblo Nivaclé, situada en la zona Línea 32 en el Departamento de Boquerón. Ahí los pobladores de un estanque lodoso extraen con una botella plástica lo que queda de agua, y usan remeras sobre un balde para intentar quitarle el barro al líquido y así poder beberlo, y aunque es un poco salado, es lo único que tienen.
Hoy les afecta la sequía, pero a principios de año los habitantes del Chaco sufrieron las consecuencias del aislamiento debido a las precipitaciones, incluso hubo dramáticos rescates a un grupo de indígenas que habían pasado toda una noche sujetados a un árbol para evitar ser arrastrados por la corriente, cuando desbordó el río Aquidabán en el Amambay.
En el Chaco, la emergencia dura todo el año.
No tienen vías de comunicación en buenas condiciones, y como tampoco tienen hospitales, cuando surge una urgencia la única vía es la aérea, o a través del río en una travesía que dura días.
El abandono por parte de las instituciones del Estado es ya insostenible. Estos compatriotas tienen derecho a la salud y a la educación, acceso al agua potable, energía eléctrica o insumos sanitarios básicos. En el Chaco, la ausencia del Estado ya es injustificable.