En una entrevista, Bjarnason dice que quería escribir sobre la historia de Islandia porque “es el único país europeo que recuerda su nacimiento, que puede trazar su historia desde el primer día”.
Y la evidencia arqueológica y los registros escritos desde la misma época de la colonización “confirman que el país se estableció hace aproximadamente 1150 años”.
En esa historia milenaria, lo importante son las conexiones con los grandes acontecimientos mundiales, asegura el autor.
Revela Bjarnason que Neil Armstrong, el primero en pisar la Luna, y la mayoría de los astronautas del programa Apolo entrenaron durante un verano en Islandia el alunizaje, y pasaron tiempo en las zonas montañosas, que son la parte más desolada de la isla.
Es el paraje que, pensaron, se parecía más a la Luna, y en el que podían ejercitarse con la recogida de muestras geológicas.
Comenta el autor que “Islandia fue en 2011 la primera nación europea en reconocer el Estado de Palestina, lo que ha enturbiado desde entonces las relaciones con Israel, pero poca gente conoce la historia de Thor Thors ni en Islandia ni en Israel”.
Cuando Islandia obtuvo la independencia de Dinamarca, en 1944, comenzó a ejecutar su propia política exterior, y por el poco presupuesto, Thor Thors, el hermano del primer ministro, fue nombrado embajador en Washington con la oficina en el garaje de su casa; cuando Islandia entró en la ONU, fue elegido primer representante de su país.
Entre los mejores amigos de Israel
La cuestión israelí fue uno de los grandes desafíos de la ONU en sus primeros años, pero “nadie quería la responsabilidad de actuar como relator de un comité que dividía al mundo, que podía enemistar a tu país contra las naciones árabes (y su petróleo), contra la diáspora hebrea (y su capacidad financiera) o contra ambas”.
Tras intentos fallidos con un representante australiano y un tailandés, Thor Thors aceptó el reto, y en su discurso en la Asamblea General, “presionó para que se tomara una decisión firme”, apunta Bjarnason.
La propuesta de partir los territorios palestinos y dejar una parte en manos de los judíos se aprobó con 33 votos a favor, 13 en contra y 11 abstenciones; y después de aquello, Islandia fue durante años uno de los mejores amigos de Israel, país visitado por Ben-Gurion y Golda Meir años después.
Bjarnason, que vivió de joven en Israel y Cisjordania, cree que “es increíblemente triste lo que se ha hecho allí, en los territorios ocupados, en la guerra en Gaza, algo que nadie hubiera imaginado”.
Sin embargo, al contrario de lo que pasó en los años cuarenta del siglo pasado, ve difícil que Islandia vaya a desempeñar ningún papel en favor de la paz: “No está en la agenda de los políticos islandeses involucrarse y su papel ha sido casi nulo después de la crisis bancaria islandesa de 2008-2011".
Tan celtas como vikingos
Desde que fue colonizada por primera vez, se tardaron entre 50 y 100 años en poblar la isla completamente, y entonces la población era de unas 50.000 personas.
Ese número se mantuvo durante los siguientes 700 años y, cuando parecía que se iba a incrementar, la isla fue golpeada por la peste negra y por erupciones que mataron a la mayoría del ganado, lo que propició muertes por hambre y frío.
La identidad islandesa está muy influida por la historia vikinga, que se plasma en las sagas, un género literario que se empezó a escribir en islandés 250 años después de los primeros asentamientos.
Sin embargo, señala Bjarnason, las recientes investigaciones de ADN muestran que “no somos suecos o noruegos, sino que somos celtas en un 50%, pero por alguna razón el legado celta e irlandés no fue recogido en estas sagas, aunque genéticamente somos descendientes de ellos”, apunta.
Fuente: EFE