En la madrugada del viernes, los equipos de la AFP reportaron disparos de artillería israelíes contra la ciudad de Rafah, en la frontera con Egipto, y testigos informaron de bombardeos sobre Ciudad de Gaza y Jabaliya, en el norte del territorio.
Durante los últimos dos días, los mediadores en estas negociaciones (Catar, Egipto y Estados Unidos) intentaron forjar un pacto que permita la liberación de rehenes israelíes y evite un asalto contra Rafah después de siete meses de guerra.
Sin embargo, el movimiento islamista Hamás, que había aceptado el lunes la propuesta presentada por los mediadores, dijo en una carta a otras facciones palestinas que Israel la había rechazado.
“En consecuencia, la pelota está ahora completamente en el tejado de la ocupación”, dijo este grupo considerado terrorista por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea.
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El medio egipcio Al Qahera News, cercano a los servicios de inteligencia del país, señaló que los mediadores continuaban sus esfuerzos “para acercar los puntos de vista de ambas partes” tras la marcha de ambas delegaciones.
En una conversación con su homólogo estadounidense Antony Blinken, el canciller egipcio Sameh Shoukry reclamó a ambas partes “flexibilidad y desplegar todos los esfuerzos necesarios para conseguir un acuerdo de tregua”, dijo su ministerio.
La guerra estalló el 7 de octubre con el ataque sin precedentes de Hamás contra el sur de Israel, que dejó más de 1.170 muertos, en su mayoría civiles, según un recuento de la AFP en base a datos oficiales israelíes.
Los comandos islamistas también secuestraron más de 250 personas en su ataque. Después de un canje de rehenes por presos palestinos durante una tregua en noviembre, las autoridades israelíes calculan que 128 siguen en Gaza, aunque 36 habrían muerto.
La ofensiva de represalia de Israel contra la Franja de Gaza ha dejado hasta ahora 34.904 muertos, según el Ministerio de Salud de este territorio gobernado por Hamás desde 2007.
“Nos quedaremos solos”
Según un alto cargo del movimiento palestino, la última propuesta establecía una tregua de tres fases, cada una de 42 días de duración.
También incluía la retirada de Israel de Gaza y un intercambio de rehenes por presos palestinos con el objetivo de “un alto el fuego permanente”.
Pero Israel replicó que la oferta quedaba “lejos de sus exigencias” y reiteró su oposición a un alto el fuego permanente hasta vencer al grupo islamista.
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Para cumplir con este objetivo, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, considera necesaria una ofensiva terrestre sobre Rafah donde, según él, se encuentran los últimos batallones de Hamás.
La ciudad también acoge a unos 1,4 millones de palestinos, en su mayoría desplazados por la guerra de otras partes de la Franja, lo que hace temer a la ONU un “baño de sangre”.
Desde el martes, Israel despliega incursiones “limitadas” en el este de Rafah y ha tomado su paso fronterizo con Egipto, puerta de entrada clave de la ayuda humanitaria al asediado enclave.
El presidente estadounidense, Joe Biden, amenazó con suspender las entregas de ciertos tipos de armas a Israel si lanza una gran ofensiva contra esta ciudad.
“Si tenemos que quedarnos solos, nos quedaremos solos. Como ya he dicho, si hace falta, combatiremos con uñas y dientes”, respondió Netanyahu.
El portavoz del ejército israelí, Daniel Hagari, aseguró que el país dispone de armamento suficiente para “cumplir con su misión en Rafah”.
Parálisis de las operaciones humanitarias
De momento, las incursiones y órdenes de evacuación israelíes en el este de la ciudad han provocado la marcha de unas 80.000 personas, según la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos.
“Los tanques, la artillería y el ruido de los bombardeos son incesantes. La gente tiene miedo y quiere buscar un lugar seguro”, dijo a la AFP un desplazado, Abdel Rahman.
Agencias de la ONU han advertido de las consecuencias del cierre del paso fronterizo de Rafah, por donde entraba el combustible usado en Gaza, y del cercano paso de Kerem Shalom, reabierto el miércoles tras tres días cerrado.
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La falta de carburante “paraliza por completo las operaciones humanitarias”, dijo Andrea de Domenico, que dirige la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en los Territorios Palestinos.
También amenaza el funcionamiento de los hospitales del enclave que, según advirtió el miércoles la Organización Mundial de la Salud, solo tenían combustible “para tres días”.
Si no llegan suministros de carburante, “las consecuencias se notarán casi inmediatamente”, alertó la directora de Unicef, Catherine Russell.
“Las incubadoras para los bebés prematuros no tendrán electricidad, niños y familias se deshidratarán o consumirán agua no potable y las alcantarillas se desbordarán, propagando enfermedades”, auguró.
Fuente: EFE