Por Andrés Colmán Gutiérrez y Narciso Meza
HOHENAU - ITAPÚA
Era una calurosa noche de marzo de 1964. Alojado con el nombre falso del doctor Francisco Fritz Fischer, el ex jerarca nazi y criminal de guerra prófugo alemán, el médico Josef Mengele, descansaba en la habitación número 26 del Hotel Tirol del Paraguay, en Capitán Miranda, Itapúa.
Mengele había abandonado hacía pocos meses la casa de su amigo Alban Krug, en Hohenau Cuatro, Caguarené, donde vivió por más de dos años, porque le avisaron que “ya no es un lugar seguro”.
La red de sus amigos nazis alemanes paraguayos, que le daban protección, le habían alertado de que un comando, vinculado al Mossad (el servicio de inteligencia del Estado de Israel), denominado “El Comité de los Doce”, había ingresado en forma clandestina al Paraguay, para secuestrarlo y llevarlo prisionero a Israel, como habían hecho años antes, en 1960, en la Argentina, con otro criminal nazi, Adolf Eichmann.
PROTECCIÓN. Mengele fue instalado entonces en el Hotel Tirol, propiedad de su amigo Armand Reynaers, un ciudadano belga que fue soldado de las SS durante la Segunda Guerra Mundial, y que mantenía estrechos contactos con la red de nazis alemanes paraguayos, en la época.
Pero los miembros del comando israelí, creado por doce sobrevivientes del campo de concentración de Auschwitz, supieron que Mengele estaba alojado allí, y pusieron en marcha un operativo para secuestrarlo.
“Era una noche calurosa y oscura. Media docena de hombres habían seguido al doctor Fritz Fischer hasta la suite número 26 del Hotel Tirol”, relata el célebre investigador y cazanazis judío, Simón Wiesenthal, quien obtuvo testimonios directos de los agentes israelíes, y lo cuenta en su libro de memorias, “Los asesinos están entre nosotros”.
LA FUGA. “Pocos minutos antes de la una de la madrugada, los hombres entraron en el vestíbulo del Hotel Tirol, corrieron escaleras arriba y forzaron la puerta de la habitación número 26. Estaba vacía”, cuenta Wiesenthal.
“El dueño del hotel informó que aquel Herr Doktor Fisher había salido a toda prisa, hacía diez minutos, después de recibir una llamada telefónica. Había sido tanta su prisa que ni siquiera se había tomado la molestia de quitarse el pijama, poniéndose el traje encima, mientras bajaba las escaleras, y desapareció en la noche”, sostiene el célebre investigador.
Su relato coincide con el de otras fuentes, incluyendo al escritor y periodista Reinaldo Becker Dietze, de Hohenau, quien también recuerda el intento de secuestro de Mengele en el Hotel Tirol.
“Mengele se pudo escapar por la ventana de su habitación, en el Tirol, y de allí se fue al Brasil”, destaca Becker.
PERTENENCIAS. El fotógrafo paraguayo Fredi Casco, en su obra “El retorno de los brujos”, publica fotografías de las presuntas pertenencias que Josef Mengele dejó abandonadas en su habitación del hotel en su apresurada fuga.
Casco afirma que los agentes israelíes encontraron la habitación vacía, “salvo por un pijama y un maletín de cuero que contenía, entre otras cosas: una cámara fotográfica Dacora Dignette, un álbum de fotografías tomadas en la Colonia Hohenau y la ciudad de Encarnación, algunas viejas postales alemanas de las décadas de 1930-1940 dirigidas a diferentes destinatarios, una medalla conmemorativa con la efigie de Adolf Hitler, una llave, un diccionario latín-alemán y un diccionario castellano-alemán”.
OTROS INTENTOS. El propio Simón Wiesenthal cuenta que el intento de captura de Mengele en el Hotel Tirol ya era el tercer asalto que los agentes israelíes estaban llevando a cabo, infructuosamente.
El conocido político y analista Euclides Acevedo, quien entre 1972 y 1973 estuvo viviendo en Israel, como directivo de la Internacional Socialista, relata que se entrevistó con la entonces primera ministra, Golda Meir, con quien hablaron sobre la presencia de Mengele en Paraguay.
“Golda Meir me contó que los agentes del Mossad ingresaron varias veces en forma clandestina al Paraguay para intentar secuestrar a Mengele, pero no tuvieron éxito, porque él siempre estaba protegido por un grupo de expertos tiradores nazis. En una ocasión se enfrentaron a tiros, y murieron varios agentes israelíes, la cantidad no fue precisada”, recuerda Euclides.
El entonces líder febrerista también viajó a Viena, Austria, donde habló con el cazador de nazis Simón Wiesenthal, quien le confirmó la misma historia de los agentes israelíes que murieron intentando secuestrar a Mengele. En Paraguay, esos episodios se mantuvieron siempre ocultos.
“Los hombres armados que protegían a Mengele eran miembros de la misma organización de alemanes paraguayos nazis, con apoyo de la dictadura paraguaya”, destaca Euclides.