30 mar. 2025

Itaipú: El lobo está en casa, no es Bolsonaro

Miguel Benítez – TW: @maikbenz

Cuando Thomas Hobbes popularizó la locución latina homo homini lupus (el hombre es el lobo del hombre) trató de explicar que el ser humano, movido por sus intereses egoístas, es capaz de cometer hechos atroces y perjudicar a sus semejantes; es decir, el hombre es el depredador natural de su misma especie.

Jair Bolsonaro, virtual presidente brasileño (aunque uno nunca sabe qué puede pasar en la política), para muchos sectores se está convirtiendo en un lobo feroz, no solo en América, sino que ya trasciende fronteras, obviamente por el tamaño y la influencia de la economía brasileña. Más allá de sus lamentables frases, que desnudaron un pensamiento racista, homófobo e intolerante, sus convicciones políticas hacen suponer que abogará por políticas proteccionistas.

Esto último tiene especial importancia para Paraguay, por lo que representa el país vecino para las exportaciones (principal comprador), para la radicación de inversiones bajo el régimen de maquila (exponencial crecimiento en los últimos años) y, sobre todo, para la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú. Las conversaciones indefectiblemente empezarán con el siguiente Gobierno, dado que en el 2023 se cumplen 50 años de vigencia del documento y se deben revisar las bases financieras.

No obstante, sea Bolsonaro el mandatario brasileño o Fernando Haddad termine dando vuelta los pronósticos, lo concreto es que el principal adversario del Estado paraguayo está en casa. Y no se trata de un ser corpóreo, sino de una mentalidad arrastrada durante décadas en la escena política local y es la del sometimiento por intereses mezquinos.

Como ya han señalado algunos politólogos, las relaciones exteriores del Brasil difícilmente varíen sin importar su jefe de Estado. Itamaraty se ha consolidado en una institución con la línea bien clara y definida, dejando de lado la derecha y la izquierda.

Solo basta recordar que si bien Lula da Silva aceptó incrementar el pago por cesión de energía de Itaipú a favor de Paraguay en el 2009, ese aumento fue ínfimo. De 3 dólares el megavatio-hora (MWh) que pagaba el Tesoro brasileño subió a 9 dólares. Argentina, con todo el descalabro que significa Yacyretá, siempre pagó y paga más que el Brasil por cada MWh cedido. Por supuesto, la producción de Itaipú es mucho mayor y en valores generales su aporte es más significativo.

Pero Lula también se negó a atender otras pretensiones paraguayas en su momento, como la renegociación anticipada del Tratado, la revisión de la deuda de Itaipú (que según especialistas ya se canceló hace tiempo) y el ingreso de la Contraloría a la hidroeléctrica para hacer sus análisis contables.

IDEAS CLARAS. Antes de planificar una negociación internacional exitosa, Paraguay necesita desterrar al lobo de su política partidaria bidimensional, en la que el Gobierno de turno intenta imponer su voluntad, mientras que la oposición se limita a poner palos. Esa dicotomía no funcionará en esta oportunidad y hay que tener cuidado, pues los brasileños son sagaces y aprovecharán una eventual división. La unidad y el consenso serán claves.

Muchas cosas están en juego en los próximos cinco años. Se decidirá si el Estado recibirá USD 1.000 millones adicionales anualmente (o si la tarifa de energía será más barata para la población) y si habrá disponibilidad de energía para venta a terceros países. Esto tiene detrás un sinnúmero de repercusiones socioeconómicas. Más recursos podrán catapultar el desarrollo nacional, al crearse fondos para salud, educación e investigación. Restará ver cuáles son las visiones de nuestros representantes.