Dr. Ricardo Rodríguez SilveroEl recurso fundamental de todo aprovechamiento hidroeléctrico es el agua así como las circunstancias necesarias para la preservación de su calidad y del medioambiente. La instalación de un embalse de 29.000.000.000 m³ de agua y 1.350 km² de superficie del emprendimiento Itaipú Binacional (IB) obligó desde sus inicios a la adopción de múltiples medidas socio-ambientales de mitigación del impacto negativo producido por el enorme cambio del entorno físico, tanto en lo relativo al aspecto ecológico como en lo que respecta a distintas acciones centradas en el combate a la pobreza en la zona de influencia y para garantizar en lo máximo posible la vida útil de un proyecto colosal y complejo. Grupo de Trabajo Económico GTE, 3.abr.20, sic.
FACTOR DE DESARROLLO PARA AMBOS PAÍSES. Así, la IB fue concebida como un emprendimiento destinado no solamente a la generación de energía hidroeléctrica sino también paralelamente al progreso económico, social y ambiental de los países asociados así como al bienestar de sus respectivas poblaciones a través de acciones simultáneas, tanto en la etapa de construcción como en la posterior fase de explotación. La IB comenzó a ejecutar sus programas socioambientales construyendo un número importante de grupos habitacionales, escuelas, colegios, centros de salud, centros recreativos y muchas obras de infraestructura tales como vías de acceso, telecomunicaciones, instalaciones de electricidad, agua corriente, sanitaria, pluviales, etc., o sea, las gestiones necesarias a fin de mantener el ecosistema del embalse y salvar el impacto en las comunidades afectadas directamente (opus citatus).
NOTAS REVERSALES DEL 2005, APROBÁNDOLO. La IB evolucionó hacia la financiación de “Gastos Sociales y Ambientales” porque debió construir y preservar todo su entorno para establecerse y así lo hizo sin modificar sus estipulaciones fundacionales. Los gobiernos de Paraguay y Brasil lo ratificaron a través de la firma e intercambio de Notas Reversales Nº 1/05 y 228, ambas del 31.03.2005. En esa fecha, la IB incluyó como misión “generar energía eléctrica de calidad, con responsabilidad social y ambiental, impulsando el desarrollo económico, turístico y tecnológico, sustentable en el Paraguay y en el Brasil”. De hecho, en las referidas Notas Reversales se determina que “la responsabilidad social y ambiental deben constituirse en componentes permanentes de la actividad de generación, de acuerdo con la Misión, Políticas y Directrices establecidas”. A partir de entonces, las inversiones en responsabilidad social y ambiental fueron incentivadas oficialmente y, en el caso del Paraguay, fue ampliada esa responsabilidad a prácticamente a la mayor parte del país, especialmente en su Región Oriental y parte del Chaco.
Tales “Gastos Sociales y Ambientales” forman parte de los Gastos de Explotación porque el Anexo C es taxativo en sus componentes y fue en ese rubro que pudieron ser incluidos. Es decir, además de los gastos propios de operación, mantenimiento y otros, una parte se destina a las comunidades y al medio ambiente.
ADHERIDA AL PACTO GLOBAL DE LAS NNUU. Además, la IB, desde su adhesión en el 2009 a la iniciativa de sustentabilidad corporativa más grande del mundo, el Pacto Global de las Naciones Unidas, ha asumido la responsabilidad compartida de lograr un mundo cada vez mejor en términos interdisciplinarios. Se trata de una iniciativa que insta a las empresas a alinear sus estrategias y operaciones con los principios universales de derechos humanos, trabajo, medioambiente y lucha contra la corrupción e impunidad al desarrollar acciones que permitan avanzar en la nueva agenda mundial: los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Con los antecedentes mencionados, los gastos sociales y ambientales ameritan continuar, dadas las posiciones avanzadas que la IB ha asumido a nivel mundial. Por lo tanto, los gastos sociales se han vuelto imprescindibles para la población en su área de influencia y los gastos ambientales se consideran necesarios para la preservación de los recursos naturales. Ninguno de ellos debe ser soslayado. La IB mantiene más de 100.000 hectáreas protegidas, en su inmensa mayoría en territorio paraguayo, generando, día a día, oxígeno para millones de personas.