Por un lado, las autoridades, los medios de comunicación y los expertos afines al Gobierno calificaron el acuerdo de histórico y resaltaron que gracias al mismo el Paraguay durante 3 años recibirá anualmente 1.250 millones de dólares. Por el otro lado, sectores opositores al gobierno han minimizado los logros obtenidos en dicha negociación, reduciendo radicalmente el monto que va a percibirse y mostrando los problemas que tendremos dentro de 3 años.
Para hablar con propiedad, hay que aclarar que en la cifra de 1.250 millones dólares se encuentran incluidos alrededor de 600 millones de dólares que el Paraguay percibe desde hace años en concepto de royalties y de compensación por cesión de energía y que no son logros de esta negociación.
El dato a tener en cuenta es lo que hubiéramos percibido si se mantenía la tarifa anterior de 16,71 dólares –que inicialmente había planteado el gobierno de Lula– de donde surge que esta negociación generó una diferencia favorable de aproximadamente 180 millones de dólares anuales para cada país. (360/2).
Independiente al monto que se percibirá considero que los logros de la negociación han superado mis más altas expectativas. Se consiguió una suba de la tarifa e ingresos adicionales por un periodo de 3 años, lo cual nos evita negociar cada año y nos da previsibilidad.
Se consiguió prorrogar por 3 años el actual Acuerdo Operativo que le permite a la ANDE tener menores costos y se acordó la libre disponibilidad para vender la energía en el mercado brasileño, un deseo largamente acariciado.
No podemos dejar de considerar en el éxito de estas negociaciones la posición de nuestra contraparte el Brasil, gobernado por Lula, que para muchos siempre ha sido muy generoso con el Paraguay.
Generoso porque en el año 2009 concedió al Gobierno de Lugo la triplicación del monto de la compensación por la cesión de energía y ahora en el 2024 está concediendo al Gobierno de Peña el aumento de la tarifa y consecuentemente el aumento de los fondos que el Paraguay recibirá.
Creo que algo de generosidad puede haber, pero en ambos casos hubo y hay un interés político de su parte. Recordemos que en el 2009 Lula competía con Chávez por el liderazgo de la izquierda en la región y para tener ese liderazgo ambos canalizaron importantes recursos a los diferentes países gobernados por la izquierda.
En ese periodo Lula le concedió a Evo Morales un aumento de casi el 300% por el gas que Brasil compraba a Bolivia y a Lugo una triplicación de la compensación por la cesión de la energía de Itaipu.
Ahora, tanto Lula como el Partido de los Trabajadores (PT) están mucho más débiles políticamente, porque le ganaron a Bolsonaro por poco margen y perdieron en casi todos los Estados del sur del Brasil.
Ahora con los fondos de Itaipú quieren recuperar electoralmente los Estados de Paraná y de Mato Grosso, pasando su apoyo financiero de 1 a 31 municipios en Mato Grosso y de 36 a 399 municipios en Paraná.
Independiente a los intereses de Lula, este acuerdo “puente” es excelente para el Paraguay y un gran logro del gobierno de Peña, pero el mismo debe completarse indefectiblemente, llevando el uso de los fondos al Presupuesto General de la Nación para darle mayor transparencia y planificando la futura venta de nuestra energía en el complejo y volátil mercado brasileño.
Paralelo a todo esto, es necesaria la participación de toda la sociedad paraguaya en el debate de los puntos que el país tiene que defender en la negociación del futuro Anexo C, que debe cerrarse este año.
Lo conseguido hasta ahora es muy importante, pero lo que viene por delante es mucho más significativo aún.