La misión fue aprobada el pasado 27 de diciembre y el Ministerio de Defensa dio la orden del despliegue para este viernes. Estará integrada por el destructor Takanami y dos aviones de patrullaje P-3C, así como más de dos centenares de efectivos.
“La energía es imprescindible para la vida de los ciudadanos y las actividades económicas del país, hay que asegurarla”, dijo el ministro de Defensa, Taro Kono, en declaraciones a los periodistas tras la reunión de altos mandos militares en la que se aprobó la orden de despliegue.
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El Takanami, botado en 2001 y que tiene su base en Yokosuka, al sur de Tokio, zarpará el 2 de febrero, mientras que los aviones P-3C partirán de Japón este sábado 11 de enero.
Las actividades de la misión se prolongarán, en principio, del 20 de enero al 26 de diciembre de este año 2020.
Japón tiene más de un centenar de aviones patrulla P-3C y ya ha participado previamente en misiones de vigilancia en aguas próximas a Somalia para monitorear posibles acciones de pirateo marítimo.
El Ministerio de Defensa ya informó el 27 de diciembre pasado que el despliegue se llevará a cabo en zonas del Golfo de Omán, en el norte del Mar de Arabia y en las proximidades del estratégico estrecho de Bab al Mandeb, que da entrada al Mar Rojo desde el sur.
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El Gobierno nipón ha insistido en que el objetivo de esta misión es el de “recopilar información” para garantizar las rutas marítimas de Oriente Medio, de donde Japón importa el 90% del petróleo que consume.
Dado el carácter de reconocimiento de la misión, es suficiente con la aprobación del Gobierno y no tiene que someterse al escrutinio parlamentario.
La Constitución japonesa, aprobada después de la II Guerra Mundial, fija en su artículo 9 el carácter pacifista del país y establece que Japón “renuncia para siempre a la guerra” para resolver sus disputas internacionales.
La misión nipona es independiente respecto a las operaciones de una fuerza multinacional liderada por Estados Unidos que tiene como principal objetivo garantizar las ruta del estrecho de Ormuz.
Esa coalición castrense ha generado críticas de parte de Teherán, que mantiene relaciones amistosas con Tokio.
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El despliegue de esta fuerza nipona y las áreas en las que se enfocará ya fue analizado entre el primer ministro nipón, Shinzo Abe, y el presidente iraní, Hasan Rohaní, en la reunión que ambos mantuvieron en Tokio el pasado 20 de diciembre.
La decisión del Gobierno japonés se conoce después de que en mayo y junio pasados se registraran varios ataques a buques de transporte de petróleo en el Golfo Pérsico. Una de esas naves estaba operada por un armador japonés.