Ganador de un único Óscar en 1991 por su interpretación en Reversal of Fortune, Jeremy Irons llega a la setentena en un momento en el que su carrera cinematográfica se ha centrado en el público joven, con papeles en éxitos de taquilla como Assassin’s Creed (2016) o Justice League (2017).
Irons, que obtuvo su primer papel en 1971 como San Juan Bautista en la obra musical Godspell, ha sabido conjugar desde entonces las propuestas de cine y teatro de autor con otros trabajos más comerciales.
Adquirió una gran popularidad primero en el Reino Unido y luego en todo el mundo con la miniserie Brideshead Revisited, un drama ambientado en la sociedad aristocrática de Inglaterra, y que se emitió en 1981, el mismo año del estreno de su primera gran producción, The French Lieutenant’s Woman, junto a Meryl Streep.
Desde entonces, su calidad interpretativa ha sido reconocida con algunos de los galardones más importantes. En 1991 recibió el Globo de Oro al mejor actor dramático por Reversal of Fortune, película por la que también se llevó el Óscar.
Repitió Globo de Oro en televisión y como secundario por la miniserie Elizabeth I (2005), y cuenta con galardones honorarios como el que la Academia Cinematográfica Europea le entregó en 1998, o el de los César del cine francés en 2002. Pero nunca se ha llevado un Bafta, el principal galardón del cine británico.
Irons tuvo claro desde joven que su destino estaba ligado a la actuación. Nació en la localidad costera de Cowes, en la Isla Wight, en 1948, 20 años antes de que el lugar se convirtiera en la sede de uno de los festivales de música más conocidos del planeta y uno de los paraísos de la contracultura en el Reino Unido.
Comenzó a estudiar veterinaria, pero no llegó a obtener el título, sino que prefirió mudarse a Canterbury, en el sureste de Inglaterra, para tratar de hacerse un hueco en la escena teatral.
Todavía un adolescente, realizó diversos trabajos entre bastidores en el teatro Marlowe de Canterbury y estudió después en la escuela Old Vic Theater de Bristol.
Mientras esperaba su primera oportunidad en el West End londinense, se dedicó a limpiar casas durante varios meses en la capital británica, hasta que finalmente su carrera comenzó a despegar con el musical Godspell.
Con un pie dentro del mundo del espectáculo, Irons no rechazó papel alguno en sus primeros tiempos. Trabajó para la televisión en The Pallisers (1974) y Love for Lydia (1977), y finalmente pudo desplegar su elegancia en la gran pantalla por primera vez en Nijinsky (1979).
Su estrella en el firmamento cinematográfico se la ganó junto a Meryl Streep dos años después con The French Lieutenant’s Woman y, sobre todo, con su padre Gabriel de The Mission (1986), un filme que marcaría la carrera de todos los actores que trabajaron en él, Irons, Robert de Niro o Liam Neeson.
Irons supo alternar desde entonces su participación en proyectos más complejos como Dead Ringers (1988), de David Cronenberg, o Damage, de Louis Malle, con proyectos más comerciales como The House of the Spirits (1993) o la tercera parte de la saga Die Hard, junto a Bruce Willis, en 1995.
También prestó su voz al malvado Scar de The Lion King (1994) y explotó su lado más erótico en Lolita en una nueva versión de Adrian Lyne o Chinese Box, ambas de 1997.
En su madurez, el actor británico ha continuado combinando papeles de galán, como en el drama de 2004 Being Julia, con cintas de acción y entretenimiento como The Pink Panther 2 (2009) y Batman v Superman: Dawn of Justice (2016).
Su vocación más dramática la ha cultivado en los últimos años con la propuesta Beethoven e Irons, con la que también en 2016 recorrió diversos auditorios europeos.
Irons recitó en ese espectáculo los textos que el compositor alemán Ludwig van Beethoven compuso para su obra Egmont, que estuvo interpretada para la ocasión por la orquesta Wiener Arkademie, bajo la dirección del austriaco Martin Haselbök.
Un actor que adora su vida llena de cambios, como señaló en una entrevista con Efe. “El contraste es uno de los placeres del mundo, ya sea en la comida, en el trabajo, en compañías personales distintas”. Y eso que lleva casado 40 años con la actriz Sinéad Cusack.