06 ene. 2025

Jimmy Carter: Una aproximación a su legado como presidente

Su prolífica vida y, sobre todo, su presidencia, ha sido objeto de numerosos y candentes debates.

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Jorge Daniel Codas Thompson
Analista de política internacional

La vida del ex presidente Jimmy Carter fue tan extraordinaria como longeva. Este artículo, por tanto, explorará solamente algunas de sus iniciativas y políticas más importantes como presidente, tanto en materia exterior como doméstica, y dejará para un trabajo próximo el análisis de la extraordinaria vida de Carter tras la presidencia.

Desde el inicio de su mandato, Carter emprendió una ambiciosa agenda de política exterior, abarcando una nueva filosofía de relaciones con países más pequeños y una actividad constante en búsqueda de mejorar las relaciones de Estados Unidos con el resto del mundo. Los resultados fueron mixtos. En 1977, Carter firmó dos tratados con Panamá transfiriendo el control del Canal de Panamá para 1999, a cambio de la neutralidad panameña con relación a las operaciones del canal respecto a otras potencias. Muy resistido por el propio Congreso de los Estados Unidos (bajo control de su propio partido, el Demócrata), Carter debió también enfrentar la oposición férrea de su eventual rival, Ronald Reagan, quien argumentaba que el traspaso no correspondía, pues Estados Unidos había pagado por el costo del canal. En una muestra de su habilidad para construir una amplia mayoría, Carter consiguió los dos tercios de los votos del Senado, necesarios para la ratificación de ambos tratados.

Carter obtuvo además dos grandes logros en política exterior durante su mandato. El primero fue el establecimiento de las relaciones diplomáticas formales con la República Popular China, que completó así un proceso de acercamiento comenzado por Richard Nixon y Henry Kissinger en 1972. Las negociaciones fueron realizadas en secreto y abordaron temas complejos, sobre todo respecto a Taiwán. Estados Unidos debió aceptar el Principio de Una sola China, rompiendo relaciones diplomáticas con el Gobierno taiwanés y retirando sus bases militares, a cambio de serle permitida la continuación de la venta de armas y el comercio bilateral.

El segundo logro significativo adicional fue el tratado de paz entre Israel y Egipto, para lo cual Carter invitó a Camp David (residencia de descanso de los presidentes de Estados Unidos) al primer ministro de Israel, Menachem Begin, y al presidente de Egipto, Anwar el-Sadat. Si bien se consiguió un acuerdo marco para el tratado, incluyendo la devolución de la península del Sinaí a Egipto (capturada por Israel en la Guerra de Yom Kippur) y el autogobierno del pueblo palestino en Cisjordania y Gaza, las negociaciones se estancaron, y el propio Carter debió viajar tanto a Egipto como a Israel para destrabar el proceso de negociación. Su gestión dio resultados, y se materializó en los históricos acuerdos de Camp David, sellando la paz entre dos naciones que hasta ese momento estaban aún técnicamente en guerra, aunque los puntos relacionados con Palestina no prosperaron. Irónicamente, Begin y Sadat recibieron el Premio Nobel de la Paz, pero Carter fue dejado de lado por haberse propuesto su nominación de forma tardía. El presidente estadounidense debió esperar hasta 2002 para recibir dicho premio por su labor humanitaria después de su mandato presidencial.

Carter tuvo asimismo varios fracasos en materia de política exterior. Su iniciativa de promover los derechos humanos a escala global alienó a los regímenes dictatoriales en Latinoamérica y África, aliados de Estados Unidos, y provocó una confrontación con el liderazgo de la Unión Soviética. Carter decidió continuar la presión sobre sus propios aliados, pero retrocedió frente al Kremlin, lo cual sería la primera de varias decepciones con la superpotencia rival. El presidente de los Estados Unidos intentó plasmar en un acuerdo con su par soviético un nuevo tratado sobre limitación de armas estratégicas (bombarderos y misiles nucleares), conocido como SALT II. Las críticas de Carter respecto a las violaciones de derechos humanos en la Unión Soviética complicaron las negociaciones y, cuando finalmente el acuerdo se firmó, no pudo ratificarse en el Senado de los Estados Unidos debido a la invasión soviética a Afganistán. Carter tuvo que pedir el retraso de la ratificación, que nunca fue reanudado y el tratado fue descartado definitivamente por Reagan. Carter afirmaría años más tarde que esta fue la mayor decepción de su administración. Respecto a la invasión soviética a territorio afgano, Carter persuadió al Comité Olímpico para boicotear los Juegos Olímpicos de Verano en Moscú, y ordenó un embargo de la venta de granos a la Unión Soviética, alienando así a una parte del electorado y, sobre todo, a los agricultores norteamericanos.

En la esfera doméstica, uno de los problemas más persistentes para Jimmy Carter fue el aumento del llamado Índice de Miseria. Desarrollado por el economista Arthur Okun, el índice consiste en la suma de las tasas de inflación (que mide el aumento de los precios de bienes y servicios en un periodo de tiempo dado) y la tasa de desempleo. Irónicamente, uno de los puntos de ataque de la Campaña presidencial de Carter contra el presidente Gerald Ford en la elección presidencial de 1976 fue precisamente el alto Índice de Miseria, en torno al 13%. Al final de la administración Carter, este índice había subido a 22%. En el único debate entre Carter y Reagan durante la campaña presidencial, este último preguntó a los televidentes: “¿Se sienten mejor hoy que hace cuatro años?” Evidentemente, la respuesta abrumadora fue que no, lo cual se reflejó en una contundente victoria del candidato republicano: 51% a 41% en el voto popular, y un aún más aplastante triunfo de 489 versus 49 votos en el colegio electoral.

Sin embargo, fue de hecho Carter el que comenzó las políticas activas de lucha contra la inflación, vetando leyes que aumentaban el déficit fiscal (y por ende, la emisión inorgánica de dinero que conduce a la inflación), particularmente leyes autorizando aumento de inversiones y gastos en obras públicas, así como en las Fuerzas Armadas. Asimismo, el Congreso, con mayoría demócrata en ambas cámaras, aprobó la Ley de Reforma de la Reserva Federal de 1977, que fue fundamental para configurar el actual Sistema de la Reserva Federal (el banco central de los Estados Unidos, y que Carter aprobó rápidamente con su firma. La Ley de Reforma hizo explícitos los objetivos de la Reserva Federal, y aumentó su transparencia y rendición de cuentas al Congreso. La década de 1970 se caracterizó por una combinación de altas tasas de inflación y desempleo, un fenómeno conocido como “estanflación”. Por este motivo, el Congreso decidió aumentar el papel y la rendición de cuentas de la Reserva Federal.

La Ley de Reforma de 1977 modificó la ley de 1913 que creó la Reserva Federal al ordenar explícitamente a la Reserva Federal asegurar “la sustentabilidad del crecimiento de los agregados monetarios conforme a las tasas tendenciales de crecimiento de la economía, así como asegurar el mantenimiento de un crecimiento a largo plazo de los agregados monetarios y crediticios acorde con el potencial a largo plazo de la economía, buscando así alcanzar los objetivos de máximo empleo, precios estables y tasas de interés moderadas a largo plazo”. En la práctica, la Reserva Federal comenzó a perseguir dos de los tres objetivos de manera balanceada: La estabilidad de precios y el pleno empleo.

Sin embargo, la decisión de lucha contra la inflación más importante tomada por Carter fue la nominación en 1979 del economista Paul Volker al cargo de presidente de la Reserva Federal. Volker se abocó a una drástica suba de las tasas de interés federales, las cuales permitieron una radical baja de la inflación, que totalizó un promedio de 9.9% en todo el gobierno de Carter y pasó de 14,8% en 1979 a 3,80% en 1982 con Reagan, quien promovió la continuación del mandato de Volker. Adicionalmente, Carter emprendió una serie de iniciativas de desregulación que permiteron una mayor competencia y disminución de precios en varios sectores claves, como la industria aeronáutica, telecomunicaciones, ferrocarriles y transporte de carga, cuyos efectos positivos aún perduran hoy. En un sentido concreto, Carter se adelantó a los tiempos, demostrando visión y decisión para la resolución de problemas concretos. Si bien Reagan es recordado como el presidente que venció la inflación, Carter fue el que adoptó las políticas y decisiones iniciales necesarias para lograrlo, un hecho que seguramente provocará una reevaluación de su desempeño como presidente tras su fallecimiento.

La administración Carter se encontró además con una grave crisis energética, producto principalmente del embargo petrolero de los países árabes en 1973, y que fue afectando de manera progresiva a la economía de los Estados Unidos. A más del efecto inflacionario ya mencionado, el control de precios de los combustibles decretado por Nixon en 1971 provocó interminables colas en las estaciones de servicio. Carter mantuvo los controles de precios hasta 1980, año en el cual acordó con el Congreso levantar los mismos a cambio de un impuesto por ganancias extraordinarias (“windfall profits”) cobrado a las petroleras. En la práctica, fue Reagan el que terminó por levantar los controles de precios y, a pesar de haber sido provocados por iniciativa de Nixon y continuados de Gerald Ford, la frase que quedó en el imaginario popular fue “las colas de Carter”.

Como puede apreciarse en este análisis, el Gobierno de Carter tuvo luces y sombras, aunque tras su muerte ha comenzado una reevaluación de su gestión, que probablemente sea vista como significativamente más exitosa que lo que fue durante su vida.

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