La solemnidad de hoy nos introduce de un modo especialmente entrañable en los designios eternos de Dios. Aunque el protagonista de los versículos escogidos como Evangelio de la misa es José, Mateo nos está hablando, en realidad, del origen de Jesús, de su concepción virginal. Al hacerlo, nos revela también la identidad de José, que es a través del que le viene a Jesús, por vía de paternidad legal, su descendencia davídica. El pasaje nos invita a considerar hasta qué punto Dios cuenta con los hombres: con José, como celebramos hoy, y también con nosotros mismos.
José ha de asumir la paternidad legal de aquel que va a salvar al pueblo de Dios de sus pecados. Antes de oír estas palabras de boca del ángel del Señor, el santo patriarca intuía que se encontraba participando de un misterio para el que se sentía indigno. A más cercanía de Dios, a más cercanía con Dios, más patente se hace nuestra pequeñez y más vértigo sentimos. Pero lo inmediato que quizá nos sale, que es pensar que Dios es como nosotros, que tan a menudo ponemos distancia con los que nos parecen imperfectos, se revela falso. Dios no es así.
Dios ni se “asusta” de nuestra pequeñez ni se aleja de ella. Él sabe mejor que nosotros a qué nos ha llamado, de qué nos quiere hacer capaces. Conocemos muy poco de la vida de José, pero nos podemos imaginar que no le fueron ahorrados sacrificios y desvelos de todo tipo. Lo vemos en el otro posible Evangelio para la solemnidad de hoy, el del niño Jesús perdido y hallado en el templo (Lucas 2,41-51a). La angustia de José no fue solo por no encontrar a Jesús, sino también por esta respuesta enigmática a la pregunta de María: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre?”. ¡Participar de misterios tan grandes y no saber tantas cosas!
Dios confió a José lo más preciado, a Jesús y a María, porque sabía muy bien lo que había en su corazón. La Iglesia se ha confiado a él de un modo muy particular. Descubrimos en José un corazón enamorado, justo, esforzado, capaz de sufrir, dócil. Todo un programa para alguien a quien se confían cosas grandes.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-py/gospel/evangelio-san-jose-19-marzo/).