Enfoques y análisis de Ticio Escobar, Antonio V. Pecci y Miguel Angel Fernández.
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Tres momentos de la obra de Josefina Plá
El Grupo Arte Nuevo, la cerámica popular y su trabajo con los motivos indígenas payaguá, son fundamentalmente destacables.
<em>Por Ticio Escobar-Critico de arte</em> |ticio@click.com.py
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Nacida en Fuerteventura, España, en 1903, Josefina Plá llega al Paraguay en compañía de su esposo, el pintor y ceramista Andrés Campos Cervera (Julián de la Herrería). Apenas instalada en nuestro país, Josefina se compromete profundamente con su cultura, en cuyo proceso juega un papel decisivo. En el Paraguay, todo el desarrollo moderno de las artes plásticas, la crítica, la historia, la cerámica, el ensayo, la literatura, el teatro, el periodismo, el ensayo, la poesía, la narrativa y la enseñanza moderna se encuentra cruzado por su apasionada omnipresencia.
Así, anclada en el fondo de nuestra memoria, la obra de Josefina Plá surca el devenir entero de la cultura paraguaya y proyecta, hacia adelante, hacia afuera, sus deseos diversos y sus tantas formas. Es que esta española, que desde su primera juventud se comprometiera con el destino intrincado de nuestra tierra, actúa desde el principio no sólo como hacedora de símbolos y de sueños, sino como intérprete y cronista, como testigo de una realidad extraña que ella supo mirar desde dentro, sin arriesgar la mínima distancia que requiere la mirada.
<span class="linksInteriorNota">Maestra crítica-Por Antonio V. Pecci</span>
El Grupo Arte Nuevo
La modernidad cultural de nuestro país debe, por lo tanto, a esta figura intensa gran parte de su impulso inicial y de la fuerza que le alimentaría luego. Pero, como la de muchos países latinoamericanos, la nuestra fue una modernidad preocupada simultáneamente por la contemporaneidad universal y por la memoria propia; una modernidad atenta a los nuevos planteamientos, pero también obsesionada por los fantasmas y el pulso viejo de la historia. Por eso, el Grupo Arte Nuevo, iniciador de la modernidad en la plástica paraguaya y básicamente movido en torno a Josefina, se plantea tanto incorporar formas contemporáneas como atender los contenidos oscuros del recuerdo y de los sueños locales. Y por eso la imaginería de Josefina Plá parte siempre de figuras locales, aunque las trate luego desde planteamientos vigentes y las recree desde la propia imaginación y la creatividad personal suya.
Es explicable, pues, que el intento de conciliar la historia propia con las exigencias de una contemporaneidad compartida haya llevado a Josefina Plá a investigar el potencial expresivo del arte popular del Paraguay. En esta breve nota, recordaré sólo dos momentos de ese trabajo: el que recayera sobre la cerámica y el que le llevara a reelaborar los motivos payaguá.
<span class="linksInteriorNota">Su poesía-Por Miguel Angel Fernández</span>
La cerámica
La cerámica popular del Paraguay fascinó a Josefina Plá como antes no lo había hecho a nadie. Ceramista ella misma, comprendió enseguida el valor de estas exactas formas rojas, de esas rotundas figuras negras, de aquellas microesculturas delicadas de claro color natural. Por eso, como nadie lo había hecho hasta entonces, comenzó a clasificar formas y estilos; investigar técnicas y ornamentos; estudiar el curso obstinado de un impulso que burlara tanto asedio e infortunio. Que esparciera tanta poesía por parajes omitidos. Quizá en esa admiración y en ese asombro, Josefina dé pistas para entender el vínculo oscuro que le enredó con esta tierra.
Los Payaguá
La última obra de Josefina Plá desarrolla serigrafías basadas en la decoración de las calabazas y de las largas pipas shamánicas de los Payaguá que hoy ya no existen. Las palmas y las serpientes; los peces y los caimanes; los jaguares, las aves desconocidas y el surco enrevesado de las aguas que nombran siempre el río, son las figuras vivas de un mundo que se fue apagando ante la mirada ausente de nuestra propia historia y que fueron recuperadas desde la vista alerta de doña Josefina. Paradojas de una cultura que genera sus propios antídotos contra la destrucción que ella misma promueve: la estética payaguá, originariamente abstracta y geometrizante, toma la figuración de los españoles mestizos para representar su nueva vivencia asuncena; y, un siglo después, una española, mestizada por vocación y compromiso, retoma la imagen profusa de los antiguos artistas canoeros para nombrar ese mundo extraño y nuevo que ella eligió vivir.