“Fue muy duro al principio, pero los comandantes, los sargentos y los compañeros te ayudan a que todo sea más fácil. Lo que más cuesta es el entrenamiento físico y la disciplina”, aseguró Sara Jara en comunicación con radio Monumental 1080 AM este miércoles.
Aclaró que ella no estaba habilitada para interceder en zonas de conflicto y solo podía manipular armas dentro de la base a la que pertenecía, y durante las prácticas.
Sin embargo, comentó que en una ocasión estuvo a un kilómetro de un conflicto con un grupo de terroristas del Líbano. “Estábamos en la base del norte y escuchábamos todo”, refirió.
Sara aseguró que tomó la decisión de ir a unirse al Ejército un par de años antes de culminar el bachillerato en Paraguay y que contó con todo el apoyo de su familia.
Dijo que su abuela es judía, pero que esta no fue quien influyó en su decisión. Su meta incluso es regresar a Israel y allí seguir la universidad. Quiere seguir Administración de Empresas y también desea continuar con su carrera militar.
Agregó que estaba con los israelíes y europeos, pero que sus compañeros eran, en su mayoría, mexicanos y latinos de diversos países. Sara y sus compañeros no hacían guardia en las ciudades, solo rondas en la base.
“Si vos no sos ciudadano israelí, haces eso por voluntad propia. No te sirve tampoco para adquirir la nacionalidad, pero si sos de ese país, sí estás obligado”, explicó. Tampoco haber estado en el Ejército le facilita el ingreso a la universidad, precisó.
“Israel como país me genera algo especial y es uno de los mejores en educación, y eso también me gusta. Por eso quiero volver”, dijo Sara al recordar que, gracias a esta experiencia, hizo muchos amigos.