01 jul. 2024

Justa reincorporación

Después de casi 30 días de manifestaciones, que incluso fueron reprimidas por las autoridades, Itaipú Binacional decidió reincorporar a 165 funcionarios que ingresaron mediante el Proceso Selectivo Interno (PSI), quienes habían sido metidos en una “bolsa”, violando derechos laborales y la presunción de la inocencia y destituidos ante supuestas irregularidades dentro del proceso.

185 personas fueron desvinculadas de la Binacional, en una medida que se podría interpretar con trasfondo políticos. Con esto no digo que no pudieran existir irregularidades, pero es muy probable el principal problema para Justo Zacarías, quien de justo no tiene nada, fue que los cargos cubiertos fueron pensados, ya durante la campaña, para los operadores políticos del gobierno entrante.

Una vez más, el presidente de la República, Santiago Peña, queda como el hazmereír ante los desaciertos de su entorno. Al titular del Ejecutivo se lo ve bastante incómodo en su perfil de mandatario técnico, pero que está rodeado de políticos en cuya formación predomina la tecnicatura en corrupción. El descaro de los “aliados” políticos del Gobierno es tan grande que hasta son capaces de extorsionar a Peña con un pedido de aumento salarial.

Una metida de pata más se suma a la foja de la presente administración. El reciente contrato fallido de Petropar, para la “compra ventajosa de combustibles”, también dejó mal parado al presidente cuando este destacó en conferencia de prensa las bondades y legalidad del proceso, para que horas después la estatal anuncie que el contrato se rescindió por el incumplimiento del proveedor.

Es imposible no sentir empatía con los jóvenes que fueron descontratados. De estar viviendo el sueño de poder trabajar en las binacionales, con el salario y los beneficios que tienen sus funcionarios, de repente se quedaron fuera, sin oportunidad de reconsideración y con el respaldo del propio presidente de la República a la decisión

Muchos de ellos, al confiar en que el proceso de selección les garantizaba el puesto, proceso que la Itaipú calificó como uno de los mejores del país, organizaron sus vidas para poder cumplir con sus nuevas funciones. Algunos se trasladaron hasta otra cuidad e incluso incurrieron en compromisos financieros, por lo que la sorpresiva desvinculación fue como un balde de agua fría.

Santiago Peña está sintiendo las consecuencias de estar rodeado de políticos que solo buscan perpetuarse como sanguijuelas del Estado. Es probable que, como muchos otros compatriotas, él haya llegado con buenas intenciones, pero los compromisos con quienes le pusieron la estructura para llegar, lo terminarán ahogando.

Si bien para el Gobierno es fácil señalar que, una vez que fue revertida la decisión se subsanó el problema, el golpe más fuerte termina siendo la paupérrima imagen con la que se queda el país, más aún a las puertas de una nueva negociación del Anexo C de la Binacional.

Imagino a los negociadores brasileños anotando en sus agendas las debilidades y metidas de pata del presente gobierno para intentar sacar ventaja de ello. Para ellos queda claro, que a quienes estarán del otro lado de la mesa les importa más sus propios intereses por sobre a los del Paraguay.

Necesitamos con urgencia cambiar las reglas de juego para las oportunidades en nuestro país. Urge un divorcio entre las instituciones y los partidos de Gobierno. Seguir condicionando un trabajo a la afiliación política o dando poder a quienes más votos consiguieron, como operadores políticos, en las internas o en las elecciones, hace que se perpetue la corrupción.

El Gobierno necesita comprender que la amplia mayoría que tiene en el Legislativo, más el copamiento de poderes, no le da derecho a jugar con el futuro de los jóvenes. El caso de los desvinculados de Itaipú, no solo es un precedente más de la victoria ciudadana, sino también es una muestra de que cuando la gente se une para defender sus derechos es posible conseguir cambios sociales.

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