“Siempre soñé con actuar en París, y volver aquí es maravilloso”, declaró a la AFP, el actor de 58 años, a su paso por la capital francesa para promocionar la película.
La última vez que Reeves rodó escenas en París fue hace más de 35 años, para un proyecto totalmente diferente: Las amistades peligrosas de Stephen Frears, una historia de amor pasional en la Francia del siglo XVIII.
Desde entonces, Reeves tomó un rumbo cada vez más orientado hacia los thrillers, primero con la franquicia Matrix, ahora con el brutal, pero elegante John Wick, un asesino a sueldo que en esta nueva entrega se dedica a aterrorizar a los turistas en lugares como Montmartre o el Arco de Triunfo.
“Me encanta una buena película de acción”, confiesa.
“Poder filmar en frente del Sagrado Corazón, en Montmartre, rodar durante la noche en las calles... todo eso fue muy especial”, aseguró.
“Utilizamos tecnología digital, pero nos gusta más el movimiento visceral de los cuerpos, la violencia, en carne y hueso. Es casi como un ballet”, afirma.