Según las conclusiones leídas por el juez Richard Concepción Carhuancho, existen indicios de que al interior del partido Fuerza 2011 (hoy Fuerza Popular), liderado por Keiko Fujimori, se creó una organización criminal que tenía como finalidad el lavado de dinero, en el que se incluiría al menos USD 1 millón proveniente de la constructora brasilera Odebrecht.
A partir de ahora, Keiko deberá enfrentar en prisión no solo un proceso judicial, sino la crisis del proyecto político que heredó de su padre, que pasó en solo dos años de obtener una mayoría absoluta en el Congreso a ser desaprobado, junto a su líder, por la mayoría de los peruanos.
Con su partido, Keiko llegó dos veces a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en 2011, cuando fue derrotada por Ollanta Humala y, en 2016, por Pedro Pablo Kuczynski, cuando solo 41.000 votos de diferencia frustraron su intención de ser la primera mujer en alcanzar la Presidencia de Perú.
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Lo que hubiera supuesto la cúspide de una carrera política, que inició cuando asumió a los 19 años el cargo de primera dama de Perú, tras el divorcio de sus padres, se convirtió en un duro golpe que muchos aseguran que nunca pudo superar y que hizo que primero no reconociera su derrota públicamente y luego que impulsara un accionar político marcado por el acoso al Ejecutivo.
Fujimori también hizo gala de su poder casi absoluto cuando su bancada, que la difusión de comunicaciones internas ha mostrado que maneja al punto de que sus parlamentarios le piden permiso hasta para aplaudir, forzó la renuncia de Kuczynski, golpeado por sus vínculos con Odebrecht.
Primero como parlamentaria y luego como candidata a la Presidencia en 2011 y 2016, Keiko asumió en solitario las riendas del proyecto de su padre, solo acompañada por dos asesores políticos hoy también investigados por lavado de activos.
Su dominio en el partido era tal que incluso en enero pasado expulsó del mismo a su hermano menor Kenji y a un grupo de legisladores fujimoristas que no apoyaron el pedido de destitución contra Kuczynski que ella impulsaba en el Congreso.
Existe consenso en que Kenji aprovechó la grave crisis política que enfrentaba Kuczynski para lograr que este otorgara en diciembre pasado el indulto a su padre, algo a lo que Keiko se negaba.
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La percepción ciudadana fue que Keiko no quería liberar a su padre para mantener el control del partido, lo que se acentuó cuando Kuczynski dio el polémico indulto horas después de que Kenji y sus seguidores lo salvaran de la destitución.
Este cúmulo de acciones acabó por golpear gravemente a Keiko y a su partido como un bumerán, ya que el actual presidente, Martín Vizcarra, quien era vicepresidente de Kuczynski, resultó un rival político mucho más duro de lo esperado.
Así también, porque las investigaciones del caso Odebrecht en Perú empezaron a salpicar más explícitamente a Fuerza Popular, con una multiplicación de pruebas que vinculaban a Fujimori con prácticas de financiación irregular.
Se sumó en julio pasado un nuevo escándalo para el partido, tras la revelación de una trama de corrupción judicial en donde tanto Fujimori como Fuerza Popular quedaron severamente afectados por sus aparentes intentos de influir en jueces para que archivaran investigaciones en su contra.
Con una aprobación en caída libre, Fuerza Popular se vio obligada a respaldar muy a regañadientes las propuestas de Vizcarra de reforma política y judicial para atajar la corrupción.
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Además, el 7 de octubre pasado, la celebración de unas elecciones municipales y regionales en todo el país dejó a Fuerza Popular sin Gobiernos regionales -tenían 3- y con apenas 3 alcaldías de 196 provincias.
El descenso absoluto de Fujimori, aunado al aparente inicio de una desintegración parcial de su partido, se ve refrendado con la separación voluntaria de tres de sus congresistas en los últimos días: uno por renuncia, otro por licencia temporal y otro más por haberse acogido a la colaboración ante la Fiscalía para declarar en su contra.
Keiko, casada con el estadounidense Mark Vito Villanella, a quien conoció durante sus estudios universitarios en Boston y con quien tiene dos niñas, Kyara y Kaori, ingresará nuevamente en un calabozo, luego de que el 10 de octubre pasado ya se dictara una detención preliminar de diez días en su contra.