23 feb. 2025

Kilombo

La palabra que describe muy bien nuestra Justicia como institución la usó la jueza Cibils dando la bienvenida a su actuaria luego de la feria judicial. La palabra portuguesa de origen africano en lengua quimbundo tiene un sentido más heroico que el nuestro. Era la denominación de los asentamientos de esclavos fugitivos que huían de plantaciones y minas bajo control de los colonizadores. Entre nosotros, se entiende como esas cosas de difícil solución, caóticas, desordenadas y también se denomina a los burdeles de mala muerte. La jueza, metida en la mafia de los pagarés, valientemente denunciada por el abogado Rolón Luna, amenaza las estructuras mismas del Poder Judicial y hasta ahora no demuestra la voluntad de por lo menos organizar el kilombo montado para desollar vivos a miles. La jueza estuvo suspendida por 30 días, el Jurado de Enjuiciamiento al borde de su extinción no la sancionó aún y es lógico que tenga esa percepción hacia el lugar donde lógicamente no logra entender por qué sigue libre y no presa. La actuaria Nair Riquelme se enfermó luego de la recepción que le diera su superior, quien agregó que no sabía quién le envió a ese lugar, “no sé por qué acepta venir y... que tenés que empezar a firmar”. Un verdadero kilombo donde están metidos en el negocio del apriete jueces, ujieres, actuarios y abogados patrocinantes. Las víctimas son cientos que habiendo pagado sus acreencias se encontraron con pagarés que les eran demandados a la misma hora en tres diferentes lugares de la República, distantes a kilómetros por el mismo ujier notificador. Una asociación montada para delinquir desde hace tiempo y que ahora se puso sobre el tapete para vergüenza de la estructura judicial. Atacar el sistema requiere cortarse la propia carne y la Corte lo sabe. Tiene miedo y espera que algún nuevo escándalo haga olvidar este y el de los chats de Lalo Gomes que siguen siendo bastante didácticos acerca de cómo se elige a las meretrices de la corrupción en los cargos de jueces y de fiscales.

Arrastrados ante el crimen organizado, ser parte de la mafia de los pagarés es una cuestión menor ante los casos que involucran a narcos y lavadores a los que, según los chats, brindaban atención preferente a cambio de los favores de sus nombramientos y/o defensa ante las acusaciones de corrupción. El tamaño del kilombo hace imposible resolver estos problemas por la vía tradicional. Solo les queda declarar emergencia nacional como cuando los incendios y las inundaciones arrasan con todo un territorio acabando con lo que se pone enfrente. Ahora la democracia requiere ser defendida por métodos no tradicionales. Hay que declarar emergencia nacional y responder como tal ante ella. Pacto entre los poderes del Estado para darles recursos y reclutar a los mejores para desempeñar la tarea. Así lo hicieron los peruanos y sostuvieron su grado de inversión. Metieron presos a cinco ex presidentes y los corruptos que se les pusieran enfrente, uno acabó suicidándose para no enfrentar la Justicia. El ejemplo es muy cercano y válido. El otro es el Cicig guatemalteco, que pidió ayuda internacional que colocó entre otros a un duro investigador colombiano que fue tan implacable con el poder que ante el éxito tuvieron que juntarse para acabar con el convenio. Los resultados fueron extraordinarios en ese país centroamericano. Podemos traer un intocable de afuera si aquí no tenemos la valentía y el coraje de limpiar el kilombo en el que vivimos.

Lo único cierto que sabemos es que esto no da más. Entre las revelaciones de los chats de Lalo Gomes, quien pagó con su vida su gestión dentro del burdel, y la mafia de los pagarés ya tenemos elementos suficientes de algo que no funciona. Hay 20.000 presos, 80% de ellos sin condenas, hacinados y convirtiendo las cárceles en universidades del crimen para los distintos cárteles. Los jueces y fiscales trabajan en sus propios negocios sin hacer la Justicia que se requiere. O limpiamos este kilombo o él acaba con nosotros. Hay maneras de hacerlo, lo que no sé que exista es la voluntad de llevar adelante la limpieza requerida.

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