08 abr. 2025

La academia estadounidense, crisis del liberalismo

La academia atraviesa una crisis histórica impulsada por el colapso del orden institucional liberal que estructuró la política y la sociedad global bajo la hegemonía de Estados Unidos durante el último siglo. Los pilares de este orden –normas democráticas, confianza institucional y la creencia en el progreso gradual mediante el debate racional– se vienen fracturando hace décadas. Ahora, las radicales iniciativas del gobierno de Donald Trump buscan rehacer el orden mundial y recuperar el dominio estadounidense. A medida que el mundo se transforma, lo mismo ocurrirá con la academia.

El 20 de marzo, el Departamento de Educación de EEUU lanzó una investigación de 60 universidades por supuesto antisemitismo en protestas estudiantiles contra la guerra israelí en Gaza. Para no perder USD 400 millones en fondos federales, la Universidad de Columbia accedió a prohibir máscaras en el campus, contratar agentes de seguridad con amplios poderes de arresto y represión de estudiantes, y colocar programas de estudios sobre Medio Oriente, Asia del Sur y África bajo supervisión ideológica de un nuevo vicerrector.

Estos casos son parte de una estrategia sistemática: El 3 de marzo, un fiscal designado por Trump amenazó con prohibir la contratación de graduados de la Facultad de Derecho de Georgetown con una “lista negra” si no eliminaban todos los programas de diversidad, equidad e inclusión. Esa semana, los Institutos Nacionales de Salud cancelaron fondos para investigar el impacto del cambio climático en la salud, mientras la National Science Foundation revisó USD 9.000 millones en proyectos para eliminar temas prohibidos. Además, agentes migratorios detuvieron ilegalmente a Mahmoud Khalil, palestino, graduado de Columbia y residente permanente legal en EEUU, bajo amenaza de deportación. Este hecho evoca las tácticas represivas de dictaduras latinoamericanas del siglo XX, y muestra cómo las instituciones académicas no se opondrán al uso estatal del control migratorio para reprimir a la libre expresión.

El mensaje del Gobierno es claro: Sométanse a dictados políticos o enfrenten la ruina financiera. Los mecanismos de supervivencia de la educación superior –financiamiento, acreditación y oportunidades laborales– ahora dependen de la obediencia ideológica. La universidad, antaño bastión del pensamiento libre, se arrodilla ante el poder estatal y las guerras culturales. Es difícil exagerar la significancia de esta ruptura.

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Durante el último siglo, la academia fue motor intelectual de la hegemonía estadounidense. En la Guerra Fría, EEUU exhibió sus campus como prueba de la superioridad liberal frente a la represión soviética. Más allá de la propaganda, el establishment entendía que la investigación libre –por más desafiante que fuera– era la fuente de los avances tecnológicos, la prosperidad material y la influencia cultural que sustentaban su poder global. Las universidades no solo simbolizaban la sociedad liberal, sino que forjaban su poder.

Ciertamente, la universidad nunca fue un santuario perfecto de libre pensamiento. Su historia incluye censura, elitismo e imperialismo. Sin embargo, también encarnó aspiraciones como el pluralismo, el pensamiento crítico y la promesa –aunque frágil– del conocimiento como un bien común. Era la institución liberal por excelencia en un país que, pese a sus contradicciones, se definía por ideales liberales. Durante décadas, la Primera Enmienda garantizó el derecho a decidir quién enseña, qué se enseña y qué investigación se realiza. En pocos meses, el gobierno Trump ha destruido este principio, colocando a la academia en el centro de una crisis constitucional que podría redefinir el régimen político de EEUU.

Al aceptar este control político a cambio de financiamiento, las universidades sacrifican las libertades académicas y políticas esenciales para sus propósitos científicos y humanísticos. Este relato deja una advertencia clara para Paraguay: la hora de construir instituciones que protejan la libertad intelectual y la autonomía universitaria es ahora . La crisis llegó y puede borrar lo que esperábamos construir antes de que siquiera podamos comenzar.

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