EFE
El grosor de la atmósfera de Venus impide ver la superficie del planeta, pero los radares de misiones han revelado que está cubierto de volcanes y antiguas lenguas de lava, según explica la ESA en su página web.
Esta nave, que concluyó el pasado año sus observaciones, llevó a cabo una serie de medidas en diferentes longitudes de onda para aclarar esta cuestión.
Las investigaciones muestran que Venus es “casi exactamente del tamaño de la Tierra y tiene una composición similar”, así que la ESA considera probable que tenga una fuente de calor interno que es probable que escape en forma de erupciones volcánicas.
Según la Agencia, algunos modelos de evolución planetaria sugieren que en Venus se generó una superficie nueva después de una inundación cataclísmica de lava hace alrededor de 500 millones de años, pero este extremo nunca se ha aclarado y la posibilidad de que continúe activo hoy sigue siendo una cuestión por resolver.
En un trabajo publicado en 2010, los científicos comunicaron que la radiación infrarroja procedente de tres regiones volcánicas era distinta de la del terreno circundante e interpretaron este hecho como radiación procedente de lava relativamente fresca, aún no sometida a la erosión, pero sin llegar a comprobar si el vulcanismo seguía activo en el planeta.
En 2012 se obtuvieron más datos: un aumento del contenido en dióxido de azufre en las capas superiores de la atmósfera en 2006-2007, seguido de un descenso gradual en los cinco años siguientes abría la posibilidad de que episodios de actividad volcánica estuvieran inyectando grandes cantidades de dióxido de azufre en las capas altas de la atmósfera.
En la actualidad, un equipo internacional de científicos planetarios ha detectado cambios localizados en el brillo de la superficie en imágenes tomadas con apenas unos días de diferencia gracias a un canal de infrarrojo cercano en la cámara Venus Monitoring Camera (VMC), capaz de trazar mapas de la emisión térmica desde la superficie.
El autor principal del trabajo donde se exponen estos resultados es Eugene Shalygin, del Max Planck Institute for Solar System Research (MPS), y explica que han visto “varios sucesos en que una región de la superficie de repente se vuelve más caliente y después se enfría de nuevo”.
Shalygin añade que “estos puntos calientes son zonas de fallas tectónicas, pero es la primera vez que detectamos que están calientes y que cambian de temperatura cada día, es la mejor evidencia hasta ahora de vulcanismo activo”.
Los puntos calientes están a lo largo de la zona de fallas Ganiki Chasma, próxima a los volcanes Ozza Mons y Maat Mons y se estima que la zona, llamada “Object A”, podría ocupar no más de un kilómetro cuadrado, con una temperatura de 830°C, muy superior a la media global, que llega a los 480°C.