Los datos del Censo Agropecuario 2022 muestran la existencia de 213.912 fincas que corresponden a tres categorías; de una a cinco hectáreas; de cinco a 10 hectáreas y de 10 a 20 hectáreas. Esta cantidad es inferior a las 225.596 fincas halladas en el anterior censo realizado hace 14 años.
Para el sociólogo rural, Ramón Fogel, este comportamiento significa un achicamiento de la agricultura familiar que produce alimentos. “Hay una atomización de las fincas campesinas y como no existen políticas públicas de acceso a la tierra, se dividen las fincas”, insistió en la misma línea el economista Luis Rojas, de la organización Heñói.
Ambos manifestaron su preocupación por este comportamiento en un contexto en que la población creció, lo que supone una mayor demanda de alimentos.
En ese sentido, explicaron que el impacto no se resiente solo en el campesinado, sino también en la ciudad que se provee de sus productos. Como consecuencia, la importación y hasta el contrabando, que ya van experimentando un crecimiento, continuarán con esta tendencia, en simultáneo con una inflación al alza ante la falta de políticas reales para la agricultura familiar.
Otro indicador expone que el modelo empresarial y de exportación registró saltos en todos los rubros, como soja, maíz, trigo y arroz de riego; sin embargo, los pequeños productores tuvieron una caída en la producción de maíz no transgénico y hasta de la mandioca, rubros que no pueden faltar en el plato tradicional paraguayo, resaltó Fogel, del Centro de Estudios Rurales Interdisciplinarios.
Minifundios. La hipótesis de la reducción de fincas de la agricultura familiar es su fragmentación, ya que aparecen en contraposición más propiedades con menos de una hectárea.
“Nosotros sostenemos que como mínimo el pequeño productor debe tener 10 hectáreas de tierras para su casa, para la producción de frutas, animales y para la chacra”, advirtió al respecto Teodolina Villalba, secretaría de la Federación Nacional Campesina.
Los resultados definitivos se presentaron la semana pasada con la presencia de autoridades y grandes gremios agroempresariales en primera fila, lo que para Rojas también es un indicio de la menor importancia que le da el Estado a los pequeños productores.