El plástico es de lejos el material dominante, seguido del metal, vidrio, ropa y otros textiles, goma, papel y madera procesada. La mayor proporción de plástico está en las aguas superficiales (95%), seguida de las costas (83%), mientras que los lechos de los ríos muestran el menor porcentaje de estos objetos (49%).
Estos datos se recogen en un artículo publicado en la revista Nature Sustainability, en el que se analizan 112 categorías de basura -de más de 2,5 centímetros- en siete entornos distintos: agua de ríos; lechos de ríos; playas; aguas costeras; aguas abiertas; fondos costeros, y en grandes profundidades oceánicas.
Su publicación se hace junto a otro trabajo que pone números a la contribución de los países europeos a la basura marina. Ambos están liderados por científicos españoles y tratan de armonizar y poner orden a los datos, hasta ahora “dispersos”, sobre este problema ambiental.
Sus responsables advierten de que la producción irresponsable de artículos plásticos de un solo uso, el comportamiento inadecuado de algunos usuarios y las deficiencias en los sistemas de recuperación conllevan una fuga continua de este material, por eso proponen un mayor control del consumo y producción de aquellos productos con mayor presencia en la naturaleza.
El primer artículo, liderado por Carmen Morales y Andrés Cózar, de la Universidad de Cádiz (UCA), España, proporciona “el primer diagnóstico global” del origen y composición de esta basura.
La colaboración entre instituciones, centros de investigación y ONG de 10 países ha permitido identificar los productos con mayor presencia en los grandes ecosistemas acuáticos, una información que los autores quieren acercar a los gestores y que es básica para las políticas de prevención, señala a Efe Cózar.
Aunque el estudio hace diversas clasificaciones según los siete tipos de ecosistemas analizados, recoge valores medios. Así, de las 112 categorías de residuos examinados, diez de ellos suponen las tres cuartas partes de la basura, un “top diez” que encabezan bolsas, botellas, envases de comida y cubiertos, y envoltorios.
Por entornos, las bolsas aparecen entre las dos posiciones más altas de la clasificación para todos ellos, con excepción de los lechos de ríos y las aguas abiertas -puesto siete y ocho, respectivamente-. Las botellas de plástico se sitúan sistemáticamente entre los cinco primeros elementos de todas las zonas y son especialmente frecuentes en fondos marinos profundos.
Envoltorios y envases son abundantes en entornos costeros y relativamente escasos en alta mar, mientras que cuerdas sintéticas, hilos, boyas y redes representan la mayoría de los encontrados en aguas abiertas (61%).
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En cuanto al origen, los productos de consumo para llevar -bolsas, envoltorios, envases de comidas o latas- representan la mayoría en todos los entornos (del 50 al 88%), excepto en el mar abierto donde mayormente proceden de actividades oceánicas (66%).
Los de origen médico y/o higiénico -como toallitas- están ante todo en fondos marinos cercanos a la costa.
“Nuestra idea inicial era sencilla, elaborar un ránking de los productos que más contribuyen a la basura marina como referencia para políticas preventivas”, explica en un comunicado Morales, quien detalla que para ello se aplicó un protocolo de armonización sistemática para integrar cada una de las grandes bases de datos existentes.
Este proceso, con más de 12 millones de registros de basuras estandarizados, permitió conectar y comparar patrones.
En 2014, Cózar y su equipo establecieron el primer mapa global del microplástico, con cinco grandes zonas de acumulación de material flotante (una en el centro de cada una de las cuencas oceánicas). En esta ocasión el análisis es de “macro-basura”, aquella de más de 2,5 centímetros que el ojo humano puede ver.
Las concentraciones, por ejemplo, de macro-basura en costas y fondos costeros son del orden de 10.000 veces superiores a la concentración en fondos profundos. La costa es una franja clave para interceptar la basura antes de que se convierta en microplásticos y se esparzan sin control.
Este examen se hizo antes de la pandemia; durante la covid se redujeron los residuos de actividades de consumo al aire libre y quizás eso se note en los océanos, pero también el aumento de mascarillas y guantes.
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El otro estudio constata que los objetos plásticos entran al océano de forma especialmente importante desde pequeños ríos, arroyos y la escorrentía de la franja del litoral.
A partir del análisis de 42 ríos de 11 países del continente europeo, este trabajo, encabezado por Daniel González (UCA), muestra cómo estos emiten al océano más de 600 millones de macro-basuras en un solo año (ocho de cada 10 objetos son de plástico).
Turquía, país euroasiático, es el principal contribuyente (17%). Sin embargo, “sorprende” ver que los países de renta alta se reparten el 64% del total de la carga anual emitida de basuras, con Italia, Reino Unido, España y Grecia entre los primeros.
“Nuestros resultados demuestran que los países que supuestamente cuentan con las mejores estrategias de gestión de residuos no son capaces de impedir que los plásticos lleguen a sus cursos de agua y mares”, afirma González.