Esa ausencia es más un efecto de la Constitución promulgada en 2009 por Evo Morales, que dice que Bolivia es un Estado laico sin que el catolicismo sea la creencia oficial como designaba la Carta Magna anterior.
A pesar de eso, la ex mandataria optó por utilizar la Biblia y la cruz en la mayor parte de los actos ceremoniales del Poder Ejecutivo, además de sus mensajes que solían finalizar con un “Dios bendiga a Bolivia” o un “Dios les bendiga”.
No obstante, el regreso del Movimiento al Socialismo (MAS) al Gobierno ha implicado que los ritos andinos, caracterizados por mesas de ofrendas que se alimentan con alcohol e incienso, retornen tras un año de supresión no expresa.
Arce y otra simbología
Cuando Arce juró como presidente este pasado domingo, no estaban ni la Biblia ni el crucifijo, es más, nunca volvieron a ese espacio del poder público, ya que el Parlamento, que permaneció bajo la mayoría del MAS, jamás evocó su regreso, a diferencia del Ejecutivo.
Ni siquiera cuando Áñez instaló la sesión del Parlamento para anunciar que iba a asumir la Presidencia, los símbolos del cristianismo estaban ahí, pues alguien los había olvidado en el hemiciclo del Senado en la sesión precedente de aquel 12 de noviembre de 2019.
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“Jura por la patria, por los próceres de la independencia, por nuestra Madre Tierra, por los dioses de nuestros ancestros”, fue la fórmula que utilizó el vicepresidente, David Choquehuanca, al momento de tomar juramento a Arce.
Arce pronunció un “sí, juro”, con un atuendo formal, sin la occidental corbata que varias veces lució mientras fue ministro de Economía y que en Bolivia no ha dejado de tener ciertas connotaciones coloniales.
Un año de la Biblia y la cruz
Cuando Áñez asumió la Presidencia de forma interina cruzó la vereda del Legislativo al Palacio de Gobierno en La Paz con un gran libro antiguo de la Biblia que se exhibía en representación de su Gobierno, que usó en sus primeras intervenciones unas veces en manos del que fue su cuestionado ministro de Gobierno (Interior), Arturo Murillo.
“La Biblia vuelve a Palacio”, fue la frase con la que pasó a la historia al poco de asumir de forma transitoria el poder.
“Que Dios bendiga a Bolivia, que nos ilumine y nos dé fortaleza”, “nuestra fuerza es Dios, el poder es Dios”, dijo la entonces presidenta interina cuando saludaba a sus seguidores en su primer discurso.
A partir de ahí, la Biblia y el crucifijo acompañaron los actos fundamentales del Ejecutivo transitorio, como las posesiones de altos funcionarios como ministros y jefes de Policía y de las Fuerzas Armadas.
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Esa simbología también siguió los protocolos y tomas de juramentos en los ministerios cuando los titulares de las carteras de Estado designaban a sus mandos medios, sin alusiones a las deidades andinas y a la Pachamama o Madre Tierra.
La sede del Gobierno en La Paz
La posesión de Arce como presidente no solo ha tumbado de nuevo los símbolos y el lenguaje religioso de su antecesora, sino también el uso del viejo Palacio Quemado de La Paz para fines de Gobierno, algo que ya Morales sustituyó por una edificación de la nueva sede llamada la Casa Grande del Pueblo.
La casa de Gobierno anterior estaba sin uso y destinada a convertirse en museo, hasta que sobrevino la crisis social y política de 2019 para que con ello Áñez optara por dotarla de funcionalidad, además de resurgir la idea de la República de Bolivia como respuesta al Estado Plurinacional en que se convirtió en 2009.
Esto último se ha roto de nuevo, ya que Arce tomó juramento a sus ministros en el nuevo edificio de Gobierno y no en el antiguo, en una señal de rescatar los elementos de significado de la gestión de Gobierno del MAS que hace un año quedó interrumpida.