La misiva, traspapelada en la biblioteca de la institución científica durante más de dos siglos, revela cómo el astrónomo Galileo Galilei trató de matizar algunas de sus ideas sobre el heliocentrismo por las que fue perseguido.
“La carta modifica nuestra comprensión sobre los eventos que desencadenaron el proceso contra Galileo. Estaba en la biblioteca de la Royal Society, aunque no sabemos con certeza cuál es su procedencia”, detalló Roos.
El 21 de diciembre de 1613, el científico escribió una carta a su amigo Benedetto Castelli, matemático en la Universidad de Pisa, en la que sostenía que las explicaciones bíblicas sobre el funcionamiento de la naturaleza no deben interpretarse de forma literal.
La misiva llegó al Vaticano y fue uno de los detonantes del largo proceso que llevó a su condena por herejía en 1633, acusado de haber propagado que la Tierra no estaba en el centro del Universo, sino que giraba en torno al Sol, como había propuesto Copérnico.
Galileo acusó al Vaticano de haber manipulado las palabras de aquella misiva a Castelli, pero el descubrimiento hecho este verano por Salvatore Ricciardo, un estudiante italiano de posgrado de la Universidad de Bérgamo, revela que fue el propio científico pisano quien trató de suavizar su texto original.
A principios del pasado agosto, Riccardo estaba estudiando el catálogo en línea de la biblioteca de la Royal Society para otros propósitos cuando encontró un documento fechado en octubre de 1613.
Al analizar el manuscrito directamente, se dio cuenta de que en realidad la fecha de la carta era 21 de diciembre de 1613 y que el texto coincidía con la famosa carta de Galileo, de la que durante siglos han existido dos versiones distintas -una corregida y otra sin corregir-.
“Estaba escondida, pero a la vista de todos”, explicó la directora de Notes and Records, que a mediados de octubre publicará el trabajo en el que Riccardo detalla su descubrimiento, algunos de cuyos detalles han sido ya divulgados por Nature.
“Probablemente la fecha estaba mal escrita en el catálogo porque la caligrafía es algo difícil de leer”, indicó Roos.
El documento que ha salido a la luz, lleno de tachones y correcciones, sugiere que el mismo Galileo lo escribió y lo editó, lo que soluciona uno de los enigmas que los estudiosos del proceso inquisitorial contra el pisano, uno de los padres de la revolución científica, habían perdido la esperanza de solucionar.
El 31 de octubre de 1992, a los 350 años de su muerte, el papa Juan Pablo II rehabilitó solemnemente la figura de Galileo y criticó los errores de los teólogos de la época que dieron pié a tal condena, sin descalificar expresamente al tribunal que lo sentenció.