Se hace bastante difícil mostrarles a niños y jóvenes figuras públicas que representen un verdadero modelo a seguir. “Roque es mi ídolo”, se escucha decir a algunos niños, y la verdad que el hombre –capaz que si jugaba en Cerro a los cerristas ya no se les tomaba el pelo con los tres dedos– sigue haciendo una carrera impecable y encima es el tricampeón internacional de este país (no hace falta ni nombrar al club, es el único que ostenta esos títulos), lo que le da una visibilidad aún mayor.
Dicho lo anterior, hay que darle a Roque Santa Cruz y a su entorno familiar y profesional el mérito del cual hoy Olimpia sigue nutriéndose para ser tetracampeón y con miras a un penta (esto parece que le hace temblar a cierta gente que está intentando ponerle hasta lomo de burro a esta racha triunfadora de la Franja).
Roque es un buen modelo en cuanto al trabajo, el esfuerzo, la disciplina, la ubicuidad y la mesura que expone en lo futbolístico y en lo que se sabe de su vida privada. Y son precisamente esas cualidades las que abonaron su talento para catapultarlo a un sitial de privilegio en el fútbol paraguayo e internacional; tiene nada menos que 64 goles anotados en torneos locales con el campeón del mundo.
Santa Cruz es una muestra del éxito que se logra a través de un proceso de años, no de un día para otro, como nos tienen acostumbrados muchos políticos jóvenes que se exponen como la luz al final del túnel y ni bien ascienden ya vemos la oscuridad. No, con Roque a sus 38 años siguen las luces, los festejos, los éxitos y la alegría de los olimpistas y de los que aman el fútbol.
Lamentablemente, no tenemos aunque sea un Roque en la política; al contrario, al mirar el accionar de los poderosos colorados y liberales un ciudadano medianamente consciente quiere patear sus votos al córner.
Ahí están los diputados azulgranas que acaban de meter un gol en contra del Estado al aprobar una inútil ley de control del financiamiento político, que no va a controlar nada. Siguiendo en la línea del libro de lectura que distribuirá el Ministerio de Educación, son la “clace” de modelos que construyen un Estado fallido al no hacer hasta lo imposible para frenar el financiamiento narco de la política.
Ahora hay que esperar a ver si los senadores recurren al VAR y le dan una esperanza a este país, tratando de sancionar una ley que frene la permeabilidad de las instituciones republicanas al fácil acceso de los narcos al poder, ya no solo a su dinero.
El control del financiamiento político es un tema clave para evitar el gobierno de los narcos, contrabandistas y demás hierbas malas que nunca mueren. Es así de sencillo y se necesita que la ciudadanía tome conciencia de esto y presione a los políticos que tratan con liviandad el financiamiento narco para que intenten frenarlo. Y para eso no hay otro lenguaje que el grito ciudadano, el escrache, la presión del común que les haga entender que no queremos un Estado narco.
Así como tanta gente se escandalizó, y con razón, porque el MEC entregará libros de lectura donde se lee “clace” en lugar de clase (entre otras aberraciones), es necesario que los ciudadanos se escandalicen con la irresponsabilidad de los diputados que se burlaron de los paraguayos aprobando una ley inútil y griten a los cuatro vientos que quieren sacarse de encima a los narcos, que es inadmisible que el dinero narco siga financiando la política.
Es preciso que salga el Roque que cada paraguayo de bien lleva dentro y exija que los senadores logren una ley de financiamiento político que cumpla con el objetivo de sanear la política. Es la clase de modelo ciudadano que necesitan ver los niños y jóvenes y lo que salvará la democracia de este país.
Mientras, tomemos una clase de castellano para no caer en la “clace” de errores expuestos nada menos que por el MEC, que dice tener la “intensión” de instalar la innovación.