El nivel de contagio en la población a nivel comunitario se está incrementando de manera sustancial y también están aumentando los números de fallecimientos diarios, desde inicios de agosto. Las poblaciones de los departamentos de Alto Paraná y Central, junto con la capital, Asunción, son los sitios más afectados, seguidos por el Departamento de Caaguazú.
La gravedad de la situación ha llevado a que las autoridades dispongan nuevas restricciones desde la próxima semana, en una modalidad llamada Cuarentena social, que sustituye a la cuarentena inteligente. No será un regreso a la fase cero o cuarentena total, como muchos reclaman, pero significará limitaciones a circulación de lunes a domingo, por 2 semanas; restricción de venta de alcohol durante el horario de limitación de circulación, limitación del transporte de mediana y larga distancias; actividad física limitada a lo individual y disminución al mínimo necesario del personal de funcionarios públicos, entre otras medidas que serán precisadas en un nuevo decreto presidencial.
Se recomienda además proseguir con el trabajo a distancia y que las personas vulnerables se sometan a una cuarentena autoimpuesta. Se anuncia que la policía y los militares nuevamente saldrán a las calles a controlar.
Como es lógico, las disposiciones gubernamentales generan la protesta de varios sectores gremiales y empresariales, ya que afectan el esperado retorno a las actividades económicas. Para quienes vienen sufriendo la crisis de manera directa, esta situación prolonga la agonía y la incertidumbre. Sin embargo, en la balanza pesa la necesaria protección de la salud pública.

Existen diversas causas que originan esta situación, desde la irresponsabilidad el descrédito de un sector de la ciudadanía, que se ha relajado en los cuidados necesarios, acudiendo principalmente a encuentros de esparcimiento y diversión social.
Las graves fallas del Gobierno al no haber impedido algunos escandalosos hechos de corrupción y no haber podido equipar suficientemente los hospitales, a pesar de contar con generosos fondos especiales de emergencia de millonarios préstamos, agrava aún más el panorama. Sobre todo, cuando el todavía débil sistema sanitario empieza a colapsar y existen diversas denuncias de falta de equipos de bioprotección y seguridad para el personal de blanco, que también empieza a tener sensibles bajas ante la pandemia.
Sin embargo, las falencias gubernamentales y la irresponsabilidad de los políticos no deben ser un justificativo para que los ciudadanos y ciudadanas dejemos de cuidarnos.
La implementación de la llamada “cuarentena social” no servirá de mucho si no somos capaces de un mayor esfuerzo y sacrificio, todavía por nuestro bien y el de nuestras familias.
Ahora es tiempo de asumir aún más la tarea de cuidarnos a nosotros mismos. La consigna Epyta nde rógape es más necesaria que nunca. Quedémonos en casa todos quienes podamos hacerlo.
Las mejores vacunas contra el Covid-19 son la responsabilidad social y la solidaridad.