La falta de lluvias en las nacientes de los ríos Paraguay y Paraná está generando un fuerte perjuicio económico a la navegación, principal vía de salida de las exportaciones de los productos del país y también para el ingreso de las importaciones.
Si bien en los últimos 10 años siempre se registraron bajantes importantes en los caudales de los principales ríos navegables del país, este fenómeno se acentuó en los últimos dos años y la situación se torna cada vez más preocupante.
Los ríos Paraguay y Paraná son dos recursos naturales de muy alta incidencia en la economía del país. Por un lado, porque son las principales vías de salida de los productos agropecuarios de exportación, que constituyen la base de la economía paraguaya. Por otro lado, están las dos hidroeléctricas que utilizan las aguas del Paraná para la producción de energía, vital para el desarrollo de las actividades económicas.
Un tercer factor, y quizás el más delicado, es que la principal proveedora de agua potable del país, la Essap, se nutre de las aguas del río Paraguay para procesar el vital líquido y distribuirlo a la capital y a las principales ciudades del Departamento Central.
Entonces, por un lado, está la navegación y, por otro, la generación de energía eléctrica y, finalmente, el consumo humano del vital líquido.
Las autoridades locales están tomando algunas acciones como el dragado de los ríos Paraguay y Paraná para garantizar por lo menos una navegabilidad aceptable y que no se interrumpa el proceso de envío de los productos agropecuarios a los mercados externos.
Los últimos informes del BCP ya dan cuenta de una desaceleración en la salida de granos debido a que los buques solo pueden surcar los ríos con una carga mínima. Al parecer, los trabajos de dragado solo ayudarán a evitar una paralización de la navegación, pero pensar en que las naves operen en un 100% de su capacidad es una posibilidad casi remota.
Salvo que se produzcan importantes lluvias en el mes de octubre la navegación seguirá sufriendo los efectos de la bajante de los ríos.
La situación de las hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá también está en juego. Las dos represas están recurriendo a todas las estrategias posibles a fin de que no falte el agua para que las turbinas generadoras de energía puedan operar en condiciones mínimamente recomendables.
En el caso de la Itaipú se están tomando medidas para asegurar la provisión de energía, sobre todo en el lado brasileño, ya que el vecino país consume alrededor del 90% de la energía generada. No se descarta un racionamiento en el consumo de energía y tampoco un ajuste en la tarifa para los usuarios.
Para los consumidores paraguayos la situación es menos preocupante porque está garantizada la provisión de energía y porque también el país recibe una importante provisión de la represa de Yacyretá, además de contar con la producción de Acaray.
Sin embargo, en caso de que la bajante de las aguas continúe no hay que descartar que las hidroeléctricas no tengan la suficiente cantidad de agua para poner en funcionamiento sus turbinas. En una situación de este tipo la producción de energía puede verse disminuida y no hay que descartar una situación complicada en la provisión de energía para los usuarios de la ANDE.
En el caso de la Essap, la aguatera estatal ya viene registrando problemas para la toma de agua cruda en sus principales plantas de tratamiento. A raíz de ello se están instalando bombas auxiliares para empujar el vital líquido hasta la planta de tratamiento.
La Essap encara varias obras de tal suerte a contar con reservas de agua para el inicio del verano. La construcción de tanques y reservorios está bastante avanzada, pero al mismo tiempo aumenta el consumo.
Por ahora solo queda esperar hasta octubre, época en que habitualmente se producen lluvias; caso contrario, la situación de tornará más complicada.