-¿Qué opina sobre la conducción del Gobierno en esta crisis sanitaria?
-Lo que falta es justamente conducción y no solamente del Poder Ejecutivo, yo creo que la crítica situación por la que estamos atravesando amerita y obliga a que el Estado en su conjunto actúe de manera radical. Tendrían que reunirse todos los poderes del Estado, analizar la situación y encontrar soluciones que resuelvan este problema sanitario grave, de fuerte impacto en la economía y sobre todo en la gente. Yo lo que creo es que esto amerita un golpe de timón fuerte, que busque soluciones de fondo porque no estamos viendo una luz al final del túnel. El sector privado y sociedad civil están mostrando su aporte, hay un montón de empresas que están ofreciéndose todos los días a ser parte de las tareas, como transportar las vacunas, cuidar de ellas, un montón de esfuerzo que vemos desde el sector privado, pero no vemos desde el sector público. El grave problema que tenemos para la provisión de medicamentos muestra también la poca responsabilidad, sensibilidad y eficiencia en atender a estas necesidades, no podemos seguir dependiendo de polladas y de rifas para hacer lo que el Estado. Desde el arranque de la pandemia sabíamos que las tres necesidades urgentes eran infraestructura, vacuna y medicamentos y ninguna se pudo hacer en el nivel requerido. Hay miles de personas que perdieron sus empleos, de pequeñas y medianas empresas que cerraron y que van a seguir cerrando; entonces, amerita un abordaje profundo para resolver este problema, pero no vemos eso.
-¿Considera que la serie de cambios que se produjeron en el Gobierno en las últimas semanas puede ayudar a llegar a la eficiencia que usted menciona?
-No es una cuestión de personas, es un problema de sistema, de falta de planes de acción. No es suficiente cambiar a personas si no hay un proyecto y sobre todo un plan integral movilizado por todos los poderes del Estado, yo no sé qué están esperando para reunirse. A partir de ahí aparecerán las personas que tengan el perfil para llevar adelante el plan, pero si no hay plan para qué cambiamos de personas.
-¿Qué más debería hacer el Gobierno para mejorar su reputación ante esa falta de transparencia y mala gestión en la provisión de insumos en los hospitales?
-De manera urgente se debe convocar a los tres poderes del Estado. Es una situación extrema, porque solamente en los periodos de guerra pasamos una situación tan crítica como estamos pasando ahora y esto requiere del esfuerzo de todos, pero sobre todo requiere de liderazgo, de conducción, de visión, de planes y acciones colectivas. Sin embargo, acá se toman medidas aisladas, aleatorias y así vamos de mal en peor.
-¿Cómo observa el silencio del presidente Mario Abdo Benítez ante esta crítica situación?
-Eso es preocupante, el presidente se supone que es el capitán del barco, el barco está atravesando una tormenta y no le vemos al capitán, eso genera un malestar, un estado de incertidumbre, de falta de confianza que a esta altura es muy crítico. Yo creo que por este nivel de preocupación la Iglesia convocó al presidente y le transmitió lo que la gente está sintiendo porque este es un sentimiento generalizado. Hay que asumir la responsabilidad que cada uno tenemos en esta dura situación.
-¿Cree que hubiera sido diferente si avanzaba el juicio político al presidente?
-La verdad que tengo mis dudas porque, como dije, esto no es un problema de persona, es un problema de sistema, estamos fallando como nación.
-¿Cómo analiza el sector privado la puja electoral que antecede a las municipales en medio de la pandemia?
-No podemos estar pensando en elecciones cuando estamos atravesando una situación verdaderamente crítica, desde el punto de vista sanitario, humanitario y económico.
-¿Cómo ve el efecto del desgaste del Gobierno en la economía?
-Un factor clave en la economía es la confianza, cuando se pierde la confianza todo el mundo frena, todo se ralentiza, porque genera incertidumbre, entonces uno no sabe exactamente qué hacer. Por eso es que es tan urgente que se tomen medidas, que se converse, que haya confianza y resultados, esos son los valores que se necesitan para mirar con mayor optimismo el futuro y tener la certeza de que vamos a atravesar todos juntos esta tormenta atendiendo el interés de todos.
-En principio Paraguay parecía ser el ejemplo en la región debido a los bajos contagios, hasta que la situación empezó a desbordarse. ¿Cuál considera que fue el primer error que detonó la cadena de malas decisiones?
-La clave estuvo en la pérdida de confianza cuando se perdió la transparencia en la gestión, sobre todo en la compra de medicamentos, de la vacuna y demás. La gente perdió la confianza y eso fue empeorando, y también fue decayendo la calidad de gestión, entonces eso es un cóctel molotov; por un lado la poca transparencia en las primeras compras, la poca eficiencia en las gestiones para la compra de vacunas, medicamentos e infraestructura de los hospitales, socavó la confianza de la gente y a partir ahí todo fue difícil, porque ya nadie cree, hasta tenemos anécdotas de decretos mal redactados e improvisados.
-¿Cuál es el papel del sector privado y de la sociedad civil ante esta situación?
-Y lo que tenemos que hacer es expresar nuestro descontento, darle voz a los que no tienen voz, estar en la primera fila para poder ayudar, incidir en las políticas públicas, hacer que se hagan las cosas que se deben hacer, porque finalmente el sector privado y la sociedad civil somos los que sostenemos en última instancia el Estado, somos los que pagamos los impuestos y generamos los recursos para el salario público. Y cuando vemos que las decisiones y el tratamiento del comportamiento no son iguales para una persona que está en el sector público que para una que está en el privado, entonces eso genera una molestia y una irritación de la gente que va aumentando.
-¿Le parecen suficientes las medidas económicas adoptadas para ayudar a los sectores afectados por la reducción de sus actividades?
-Lo que debe hacerse es un análisis riguroso de todos los motores de la economía para determinar a cuál darle un soporte, a quién dejar trabajar, entendiendo los niveles mínimos de riesgos que representa y los cuidados máximos que implementa. Por otro lado, hay que entender que hay determinadas actividades económicas que necesitan ser respaldadas desde una política económica, para darles oxígeno y puedan sobrevivir, porque hay gente que está perdiendo su empleo y en eso tenemos que pensar para resolver esto y no agravar más el problema, porque encima ahora la gente queda desempleada y no tiene para comprar medicamentos o tener un lugar en el hospital.
-¿Tiene cuestionamientos hacia la reforma tributaria, como lo expusieron varios gremios empresariales?
-Estoy de acuerdo en que la reforma tributaria sea estructural, como tantas otras reformas que necesitamos para transformar profundamente nuestro país, como la reforma educativa, la judicial, del sistema de previsión social, entre otras. Pero debe realizarse de manera estructural y no como parches. Nuestro sistema tributario requiere en primer lugar mayor justicia; es decir, que paguen todos, porque actualmente casi la mitad de nuestra economía es informal; de mayor equidad, donde paga más tributos el que gana más y sobre todo de mayor eficiencia, transparencia y honestidad en el uso de los recursos aportados por la población a través del impuesto. Los impuestos deben servir fundamentalmente para generar los bienes públicos como la salud de calidad, educación de calidad e infraestructura al alcance de toda la población y no para sostener el sistema clientelar y prebendario de la política.
-Al cierre de enero la deuda pública equivalía al 35% del PIB, superior a las recomendaciones internacionales. En este sentido, ¿considera que el país debe recurrir ya a otras fuentes para mitigar la crisis?
-Primero, yo creo que la prioridad en toda nación tiene que ser su población, todo lo que hay que hacer por la gente debe hacerse. A partir de ahí lo que pedimos es que se gestione de manera eficiente el gasto público, pero acá hay niveles de corrupción enormes y en esas condiciones uno no puede aplaudir para que nos endeudemos más, porque significa más ineficiencia, más prebendarismo, más clientelismo y corrupción. Si el crédito va a venir para resolver los acuciantes problemas que tiene la gente, bienvenido, pero si hubo suficiente dinero para hacer algo y no lo hicimos, entonces no es problema de dinero, sino de gestión, conducción y patriotismo. Se debe manejar la cosa pública en función al interés común.
Emprendedor con compromiso social
Es arquitecto por la Universidad Nacional de Asunción. Con su colega Randy Wood creó la firma González & Wood para el gerenciamiento de proyectos inmobiliarios y es presidente del grupo Capitalis, que materializó el World Trade Center Asunción, sobre Aviadores del Chaco.
Además de otros emprendimientos, González Acosta se involucra en organizaciones que promueven la democracia en las políticas públicas. Conformó el Equipo Nacional Estrategia País y participó en Desarrollo en Democracia, entre otros espacios.
En sus testimonios recuerda su origen humilde de familia productora de yerba y algodón y cómo la educación, valores y principios fueron claves para lograr sus sueños.
No podemos estar pensando en elecciones cuando estamos atravesando una situación verdaderamente crítica, desde el punto de vista sanitario, humanitario y económico.
Un factor clave en la economía es la confianza, cuando se pierde la confianza todo el mundo frena, todo se ralentiza, porque genera incertidumbre, entonces uno no sabe exactamente qué hacer.
Si el crédito va a venir para resolver los problemas que tiene la gente, bienvenido, pero si hubo dinero para hacer algo y no lo hicimos, entonces no es problema de dinero, sino de gestión.
El presidente se supone que es el capitán del barco, el barco está atravesando una tormenta y no le vemos al capitán, eso genera un malestar y un estado de incertidumbre.