Sin embargo, ninguno de estos unicornios separados tiene el poder de dominar.
Este análisis, que toma como analogía la descripción que hace Leonardo Da Vinci sobre el unicornio, forma parte del libro “La cruel pedagogía del virus”, que el sociólogo Boaventura de Sousa Santos publicó a inicios de la pandemia del Covid-19. En el material llegó a abordar la problemática que afectaba a las mujeres, pues adelantaba que ellas estarían sobrecargadas de trabajo durante la cuarentena debido a que les son asignadas todas las tareas de cuidado, pero también aumentaría el nivel de violencia contra las mujeres.
En la academia dirían que es una lectura obligatoria y de hecho, resulta interesante leer y tomar de referencia a un intelectual hombre con sensibilidad hacia la desigualdad de género, pero todo su aporte pierde coherencia cuando ejerce una de las opresiones más graves contra las mujeres: la de violación de su derecho de autonomía sexual.
La semana pasada se publicó el libro “Conducta sexual inapropiada en la academia: informando una ética del cuidado en la universidad”, un material oportuno para reflexionar sobre la epistemología androcéntrica en general y sus más nefastas consecuencias.
El artículo “Las paredes hablaron cuando nadie más lo haría” de las investigadoras Lieselotte Viaene, Catarina Laranjeiro y Miye Nadya, del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra, que hasta hace unos años dirigía De Sousa, revela al mundo situaciones que el entorno del sociólogo ya conocía. La fuerza del título se fundamenta en la frase “Fuera Boaventura. Todas sabemos”, escrita en las paredes de la universidad ya en el 2019.
Aunque las autoras no publicaron nombres, se entendió quién era el agresor, mientras que más de una víctima utilizó las redes sociales para contar en primera persona su dolorosa experiencia. La activista mapuche Moira Millán relató cómo en el 2010 el académico abusó de ella durante su estadía en Portugal, aprovechándose de su situación de vulnerabilidad en un país ajeno al suyo, de sus escasos recursos económicos para desenvolverse en ese territorio.
Bella Gonçalves, diputada en Minas Gerais, también se descargó en Twitter y amplió detalles de su caso en una entrevista con Agencia Pública. Allí contó que Boaventura la acosó en el 2014, cuando era su asesor en el doctorado, como consecuencia de la impunidad y hasta complicidad que le rodeaba tras denunciar el hecho en el espacio académico, perdió el doctorado y tuvo que devolver la totalidad de la beca, lo que además supuso un desgaste en su salud. Más tarde pudo terminar sus estudios.
Conceptos claves. Las investigadoras utilizaron el concepto de “incesto académico” para explicar cómo el “profesor estrella” se aprovechaba de las relaciones asimétricas de poder para obligar a sus estudiantes a utilizar su marco conceptual y analítico como principal referencia académica en sus trabajos. Estudiaron bajo el “extractivismo intelectual” cómo el trabajo y conocimiento de sus asistentes fueron incluidos en sus obras, pero con reconocimientos que figuraban apenas en los agradecimientos o en notas al pie. Estos científicos debían conformarse con el privilegio de participar en una investigación de Boaventura, pues tampoco recibían una paga. Su comportamiento se enmarca en el “extractivismo sexual” cuando usa su jerarquía y reputación para acercamientos sexuales no consentidos ejercidos especialmente contra jóvenes.
Toda la información causó una gran aflicción en las redes de mujeres investigadoras y al mismo tiempo habrá dejado con insomnio a varios hombres de la academia que siguen apañando estas conductas... también en Paraguay.