–¿Cómo ve la crispación entre el Gobierno y la DEA? ¿Es viable la salida?
–En realidad, los detalles internos que existen hoy día no los conozco, porque es una cuestión Ejecutivo-DEA o cooperación con el Gobierno de los Estados Unidos. Entonces, más allá de cómo lo veo, en realidad lo que nosotros siempre hablamos, es que la cooperación es una cuestión necesaria para nuestro país; llámese DEA, llámese Departamento de Justicia, llámese Policía Federal brasileña, Europol y demás.
Esto tiene una conclusión simple, por un lado, la falta de infraestructura que tiene nuestro país en cuanto a organismos de seguridad, pero además a la necesidad de trabajar transnacionalmente en la persecución de la criminalidad organizada.
Entonces lejos de ser acertado estar en malos términos con agencias extranjeras, lo que se tiene que hacer es tratar de consolidar esos acuerdos y esa cooperación que existió siempre y que, a mi criterio, debe seguir existiendo.
Creo que dentro de todo tengo que ser bastante sincero con esto, el Gobierno aparentemente dio un paso atrás con la decisión que tomó inicialmente, y eso es plausible, porque en realidad lo que no se debe tener es mantener decisiones si al final uno se da cuenta de que no era la línea correcta. Volver los pasos hacia atrás sobre esas decisiones me parece acertado.
Ahora bien, creo que estas crispaciones van a ser limadas, en el sentido de que la DEA también está interesada en seguir trabajando con nuestro país. Y, evidentemente ya lo había dicho, la agencia natural con la que tiene que trabajar la DEA es la Senad, en atención a que ambas instituciones tienen la misma línea de creación. O sea, están creadas para perseguir el narcotráfico y la criminalidad organizada en torno a eso: armatráfico y todos sus derivados de criminalidades.
–¿Una posible salida de la DEA podría implicar una eventual salida de otras agencias?
–Yo creo que ese escenario no se va a dar. Como había adelantado, el Ejecutivo creo que tomó una decisión acertada al rever y al intentar limar esas asperezas y confío en que el Gobierno de los Estados Unidos va a seguir cooperando con nuestro país. Yo no veo un escenario donde estas instituciones vayan a dejar de cooperar, porque también es una necesidad para ellos.
Evidentemente, todo lo que es tráfico de armas, tráfico de drogas, tiene una implicancia negativa hacia su Estado, entonces evidentemente es una cuestión de probablemente sentarse a hablar y ver los términos y seguir cooperando. Ese es el pronóstico que veo.
–¿Cuáles serían las dudas del Gobierno con esta colaboración?
La verdad que no los conozco, porque en realidad nuestro trabajo es más operativo, en el sentido de dar órdenes a todas las agencias de inteligencia de la Senad y de la Policía; y, por otro lado, mi experiencia anterior como fiscal de Lavado de Dinero y Lucha contra el Crimen Organizado era también operativa.
Se trabaja con ellos muy de cerca con las agencias directamente. La Senad recibe cooperación de países, puede ser Estados Unidos, Brasil, Argentina, la Guarda de Finanzas de Italia. Hay muchas agencias que van colaborando con la Policía y con la Senad.
Nuestra gente consigue esos resultados y eso es evidente, muchas veces gracias a la tecnología y a la información formal e informal que se comparte por parte de estas agencias, entonces yo miro el vaso medio lleno con relación a todo lo que pasó. Yo creo que se van a limar asperezas y van a seguir las cooperaciones.
–En base a tu experiencia como fiscal y ahora como juez, ¿qué es lo positivo de la colaboración con DEA?
–Lo básico es justamente las capacitaciones, tanto a agentes policiales, agentes de la Senad, agentes del Ministerio Público, y, mismo los magistrados judiciales somos capacitados por las más altas agencias de los Estados Unidos, eso es algo bastante importante. Se conoce mucho a través de las experiencias que ellos pasan.
Además, brindan tecnología y la tecnología brinda información. Ellos brindan informaciones que son obtenidas en otros países. Entonces, creo que es improbable que paren las cooperaciones.
Dentro de las políticas institucionales de los estados, la cooperación es algo vital, no solamente para nosotros sino para todos los países.
–¿Qué incidencia tuvo en la lucha contra el crimen organizado la cooperación?
–Podemos ver muchísimos trabajos que se llevaron a cabo con cooperación. Hay casos que están en este Juzgado de tráfico de armas donde se desnudaron y obtuvieron informaciones a través de cooperaciones internacionales, informaciones formales e informales que dan razón y el estándar necesario a la Fiscalía para imputar y posteriormente para acusar. Hubo casos importantes de tráfico de drogas también. Entonces la cooperación abarca, básicamente las criminalidades que son de alto perfil: tráfico de drogas, de armas, trata de personas.
–Hablaste de criminalidad. ¿Cómo ves el tema del crimen organizado y la corrupción que sigue permeando instituciones públicas?
–Acá tenemos que hacer un análisis un poco extensivo. Que haya casos de éxito es algo muy bueno. Que las instituciones estén consiguiendo juzgamientos, sentencias y condenas al crimen organizado, es bueno. Ese crecimiento en realidad uno se tiene que preguntar si antes había y no se hacía el trabajo; o ahora recién hay. Yo creo que es más de lo primero.
Entonces, cuanto más se esté incautando drogas, desarmando o rompiendo estructuras criminales, eso es positivo para nuestro país.
Creo que estamos por el buen camino, siempre con problemas. El crimen organizado trabaja con empresas ilegales; su fin es lo económico.
Con ese dinero obtenido evidentemente ellos impulsan empresas, impulsan políticos y permean instituciones. ¿Cuál es el dique a la criminalidad organizada? El funcionario honesto y medios de prensa independientes y objetivos. Mientras que existan esas dos herramientas en nuestro país, se va a seguir luchando contra el crimen organizado.
...Los ataques, dentro de la criminalidad organizada y ya desde la mafia, en sí, eso es de manual. Lo primero que trata de hacer el criminal es sobornar al funcionario. Cuando no consigue el soborno, lo trata de presionar mediáticamente o con su familia o a él mismo; y el tercer paso, que ya se dio en el caso de Marcelo (Pecci), es llegar a la violencia física. Gracias a Dios en nuestro país todavía no es algo natural eso.