Por Mario Rubén Álvarez - alva@uhora.com.py
El Ministerio de Defensa Nacional sabrá mucho de la defensa nacional en lo que atañe a la protección territorial y todo lo que es hoy la nueva concepción de soberanía.
En lo atinente a ortografía y a música paraguaya, sin embargo, cero a la izquierda, nandi vera. Aplazado ipso facto.
Tales calificativos provienen de evidencias que en el mejor de los casos dan pena y, en el peor, vergüenza.
Ayer nuestro diario publicó un cuadro que forma parte del texto que el Ministerio de Defensa presentó al Congreso como antesala para la elaboración del Libro Blanco que contendrá la política pública de defensa del Paraguay.
El título del citado cuadro, en letras destacadas, dice INSENTIVO DEL PROYECTO. Lo curioso del caso es que dos líneas más abajo la palabra DECISIÓN está correctamente escrita. La dificultad ortográfica de la segunda es más pronunciada que la de la primera.
Si la equivocación hubiera sido solo esa, tal vez se hubiera podido pasar por alto por aquello de que errar es humano.
Sin embargo, en el disco de himnos, marchas y canciones épicas distribuido en el Congreso al tiempo de darse el puntapié inicial al Libro Blanco hay barbaridades que superan con creces a una falta de ortografía.
Para comenzar, el CD atribuye el Himno Nacional Paraguayo a un tal Francisco Acuña de Figueredo. Este dato cambia la historia porque anteriormente su autoría, por encargo del presidente Carlos Antonio López, era atribuida al uruguayo Francisco Acuña de Figueroa.
Pasemos por alto que el apellido del pilarense Carlos Miguel es Jiménez y no Giménez tal como se ve impreso.
Anclemos, entonces, en el Campamento Cerro León, que aquí pertenece nada más y nada menos que al gran médico, músico e investigador musical Juan Max Boettner, autor del enjundioso libro Música y músicos del Paraguay.
Es un hallazgo valioso. Hasta antes de esta referencia, la polca que narra la deshonrosa rendición del mayor Lacú -Antonio de la Cruz Estigarribia- en Uruguayana era tenida como de autor anónimo, lo que se llama un motivo popular.
Mi patria soñada, en tanto, aparece como creación de Agustín Barboza. Se omite el nombre del poeta Carlos Miguel Jiménez que quería una patria sin “hijos desgraciados ni amos insaciados”.
La defensa nacional -tal como se la entiende hoy- es la protección integral de la soberanía. Desde esta perspectiva decir correctamente el nombre de los autores es parte de la defensa del patrimonio cultural paraguayo. Ha Ministerio de Defénsagui mombyry upéva.