La dieta flexible es un método de planificación dietética que se centra en cumplir con objetivos diarios de “macronutrientes” (proteínas, carbohidratos y grasas), sin limitar estrictamente los tipos de alimentos que se pueden consumir. A diferencia de las dietas restrictivas que catalogan los alimentos como absolutamente “buenos” o “malos”, la dieta flexible permite a los individuos elegir libremente sus alimentos, siempre y cuando estos se ajusten a sus metas nutricionales.
Fundamentos
Conteo: El núcleo de la dieta flexible es el conteo de macronutrientes. Cada persona tiene un objetivo diario de ingesta de proteínas, carbohidratos y grasas, determinado por factores como el peso, la altura, el nivel de actividad física y los objetivos personales, ya sean perder peso, ganar masa muscular o mantener un estilo de vida saludable.
Flexibilidad alimentaria: Al no excluir ningún grupo de alimentos, esta dieta promueve un enfoque equilibrado. Los seguidores pueden incluir una variedad de alimentos en su dieta, lo que hace que el régimen sea más fácil de seguir a largo plazo sin sentirse privado de ciertos placeres.
Educación y conciencia nutricional: Adoptar la dieta flexible requiere un cierto grado de conocimiento nutricional, ya que los usuarios deben saber calcular y ajustar su ingesta de macronutrientes basándose en los alimentos que consumen. Este enfoque incentiva a las personas a aprender más sobre la composición nutricional de los alimentos, mejorando así sus habilidades para tomar decisiones alimentarias informadas.
Beneficios
-Personalización: Adaptabilidad a diferentes estilos de vida, preferencias alimentarias y objetivos nutricionales.
-Sostenibilidad a largo plazo: Al ser menos restrictiva, las personas encuentran que es más fácil adherirse a ella indefinidamente.
-Mejora la relación con la comida: Al permitir todos los alimentos, reduce el riesgo de trastornos alimenticios relacionados con la dieta y disminuye el fenómeno del “comer emocional”.
Práctica y desafíos
•Practicar la dieta flexible requiere una consulta con un nutricionista, para establecer objetivos.
•Educación alimentaria de los individuos, de manera a que puedan comenzar a rastrear su ingesta de alimentos usando etiquetas nutricionales y bases de datos de alimentos para asegurarse de que cumplen con sus requerimientos diarios.
•No obstante, no debemos de olvidar que, aunque la dieta permite flexibilidad, es fundamental priorizar alimentos densos en nutrientes la mayor parte del tiempo. Esto significa incluir una variedad de frutas, verduras, proteínas magras, granos enteros y grasas saludables en la dieta diaria. No obstante, también permite indulgencias ocasionales como dulces o alimentos fritos, siempre y cuando estos se ajusten dentro de los límites de macronutrientes del día.
Uno de los principales desafíos de la dieta flexible es la posible dependencia en alimentos procesados que, aunque pueden caber dentro de los macros establecidos, podrían no ser lo más saludable si se consumen en exceso. Además, el meticuloso seguimiento de macronutrientes puede resultar tedioso y abrumador para algunos, posiblemente desencadenando una obsesión no saludable.
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