La inusual celebración del día de la Virgen de Caacupé dejó varios hechos históricos, como la ausencia de fieles, la solitaria procesión del obispo Ricardo Valenzuela y una poderosa carta leída al culminar la misa central.
El encargado de la Diócesis de Caacupé inició su escrito mencionando este año “complicado y difícil y cargado de incertidumbre”, un año marcado por la amenaza a la vida por la pandemia del Covid-19.
Señaló que este mal que afecta a la salud pública se suma al rápido deterioro de la moral pública y privada que involucra, últimamente, incluso a algunas investigaciones científicas que prescinden de la ética para orientarse hacia el bien.
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“En esta misma perspectiva, se observa el interés económico insaciable de algunos líderes que buscan sacar rédito de esta situación, razones que arrojan dudas respecto a diversas explicaciones ensayadas, aún aquellas aparentemente fundamentadas”, expresó.
En ese sentido, mencionó que Cristo sale al paso de estas actitudes y acciones humanas egoístas denunciando con claridad que “nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6,24), agregó.
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No obstante, afirmó que, pese a la situación de crisis, las bendiciones “llegaron generosamente” a todo el país.
“Pudo haber sido peor nuestra situación en la pandemia, pero la fe del pueblo es siempre tan firme y constante que las estadísticas comparativas nos tranquilizan bastante hasta ahora”, expresó.
Señaló que los episodios de dolor son inevitables en estos casos de contagio fácil por falta de una vacuna preventiva, por lo que hizo llegar sus más sentidas condolencias y oraciones para todas las familias que perdieron a seres queridos.
Impunidad en torno a la narcopolítica
El obispo de Caacupé manifestó que se observa con tristeza tantas muertes, tanta precariedad de infraestructuras en la Salud Pública, a pesar de la cantidad de nuevas unidades sanitarias habilitadas por causa de la pandemia.
“Tantos profesionales de la Salud sin suficientes elementos de trabajo y bajo salario, tanta corrupción en medio del dolor, tanta impunidad en torno a la narcopolítica, que aprovecha la concentración de la opinión pública en la agenda única de la pandemia para que políticos recluidos recuperen no solamente sus libertades, sino también sus bancas en el Congreso de la República y todo tipo de privilegios, despreciando el Estado de Derecho y desafiando las Palabras del Señor”, lanzó.
Aseguró que la narcopolítica “es lastre y pesada carga para nuestro sufrido país” al tiempo de recordar que el papa Francisco suele exclamar: “Pecadores sí, ¡corruptos no!”.
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Al respecto, Valenzuela explicó que “todos somos pecadores llamados a la conversión, pero el corrupto es aquel que hace del pecado, del fraude, del contrabando, de la injusticia y del uso y abuso del poder un sistema endémico como un cáncer que hace metástasis”.
Agregó que no debemos dejar que el país “zozobre por unas cuantas almas sin piedad” y aseguró que el infortunio no se enamoró del Paraguay.
“Este paraíso llamado Paraguay, lleno de riquezas naturales, de gente linda, cordial, productiva y pacífica es resultado de la integridad de la creación, es producto del amor de un Dios bueno y de las bendiciones de la Virgen María que se solidariza constantemente con su pueblo cuando sufre con sus dolores y se alegra con sus triunfos”, expresó.
Prebendarismo y clientelismo
Valenzuela comentó que una política con mala administración de los recursos, más un enfoque erróneo del “proyecto país”, son los factores que permiten que unos sufran y otros disfruten de excesivos e indebidos privilegios.
Además, manifestó que el “prebendarismo” y el “clientelismo” son parches que prolongan la agonía de los más necesitados e instó a que se ponga punto final al “regalo” o “venta de votos” y que cada uno se haga responsable de los errores o aciertos en la elección de quienes dirigen los destinos del país.
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Señaló que mientras el olvido, la marginación, la injusticia y los privilegios concentrados en pocas manos continúen en el Paraguay, como políticas públicas, la violencia en cualquiera de sus formas será apenas “una agria consecuencia marcada por la precariedad, el oportunismo político y la degradación humana”.
Navidad, tiempo de reflexión
Por último, el obispo Ricardo Valenzuela dijo que la Navidad llega en los próximos días y que Jesús nacerá nuevamente en cada uno de los hogares, y que con su presencia se tendrá la oportunidad de renovar el compromiso con la palabra, de reforzar los lazos familiares, de fortalecer los cimientos de la Iglesia y la convivencia democrática en un ambiente de paz.
Pidió dedicar algunos minutos a la reflexión y enseñar su verdadera representación, que va más allá de las simples fiestas, iluminaciones y atavíos caros y lujosos.
Valenzuela pidió evitar las grandes aglomeraciones, los imprudentes contactos y a cuidar la salud de los demás.
El obispo de Caacupé emitió la carta en tiempos difíciles, como lo hizo monseñor Sinforiano Bogarín en la época de la gran gripe española, hace 102 años.