@marthegarza
Berlín - Alemania
Alemania está viviendo sus primeros días de relajación de restricciones a la actividad social –impuestas para controlar la expansión del mundialmente temido nuevo coronavirus–, con la comunidad migrante a la cabeza de una economía micro que se resiste a frenarse completamente aun con la presencia del Covid-19
Si bien este país europeo no llegó a un toque queda total como en España e Italia –salvo las zonas con mayor cantidad de casos–, la mayoría de los negocios cerraron desde la segunda mitad de marzo pasado. Los supermercados y las farmacias se mantuvieron como la excepción, a fin de garantizar el acceso a alimentación y protección de la salud.
Los restaurantes y puestos de comida en la vía pública también pudieron seguir operando incluso en las semanas de mayores restricciones, pero solo ofreciendo comida para llevar. Esta medida permitió a una parte importante de la comunidad migrante seguir trabajando en ciudades como Berlín y se convirtió en una de las principales opciones de alimentación fuera de casa para la población local.
La capital alemana es rica y diversa en cuanto a la oferta de gastronomía internacional, y en los días de cuarentena parcial se pudo seguir disfrutando del famoso Kebab –plato de origen turco ampliamente adoptado en Berlín–, del faláfel y, más adelante, de la pasta italiana y los platos de origen hindú. Los tradicionales Biergarten –o patios de cerveza–, sin embargo permanecen cerrados y los locales de venta de ropa reanudaron sus actividades recién desde este jueves.
Por su parte, las tiendas de electrónica y telefonía celular –administrados principalmente por migrantes provenientes de Turquía y otros países de Medio Oriente– estuvieron entre los primeros rubros en volver a operar luego de que el Gobierno anunciara la disposición de reapertura de los pequeños comercios desde el 20 de abril.
Magdalena Benavente, experta en temas de migración, explica que la mayor intensidad que vino teniendo la actividad económica de los migrantes, respecto a la población local, se debe a que están inmersos mayoritariamente en sectores que pudieron seguir operando durante la cuarentena, como el gastronómico.
Por otro lado, reconoce que los migrantes no siempre pueden recibir la ayuda del Gobierno al igual que la población local y que en estos grupos también existe una alta incidencia de los contratos temporales de trabajo.
Respecto a este último punto, advierte que se experimenta un alto nivel de despido de personas que estaban empleadas de manera precaria, situación que empeora con la extensión del tiempo que dura la pandemia y las medidas de contención de la enfermedad.
Riesgo de radicalización
En cuanto a los efectos sociales que puede dejar la pandemia de coronavirus, Benavente avizora riesgos como una mayor exacerbación del proteccionismo económico y el nacionalismo, en el contexto de la emergencia por Covid-19.
Señala mensajes llamativos como el canto del himno nacional de Italia desde los balcones y los dibujos de personas abrazando a la bandera, en muestra solidaria hacia el país, pero excluyendo a otras comunidades que también la habitan.
En cuanto a Alemania, considera que también puede empeorar el clima racista y de extrema derecha que ya se venía sintiendo, y lamenta que temas sensibles como las condiciones de los refugiados sean ahora ignorados debido a la absoluta concentración de las agendas gubernamentales en el control de la pandemia.
Otros rubros en los que trabajan las personas migrantes en Alemania son los servicios de limpieza, cátering y hotelería.
Relajación de medidas
Desde esta semana, en Alemania está permitida la apertura de locales comerciales que no superen los 800 metros cuadrados, y los que sobrepasen esta superficie las deben reducir al espacio establecido.
Esta resolución alcanza también a centros deportivos y otros recintos, siempre y cuando se mantenga la distancia de al menos metro y medio entre las personas; para el efecto, generalmente se limita el número de clientes que ingresan por vez.
La mencionada disposición resultó este jueves en negocios con abundante afluencia de compradores y un tráfico vehicular mucho más intenso que días atrás.
Desde este lunes 27, en Berlín será obligatorio el uso de mascarillas o tapabocas para abordar las unidades de transporte público y hacer compras; las clases en escuelas y colegios se reanudarán de manera gradual desde el 4 de mayo, con prioridad de estudiantes de últimos años, y los museos volverán a recibir visitantes desde el día 11 del mismo mes.
Los eventos masivos, sin embargo, están suspendidos hasta el 31 de agosto a nivel nacional y en Berlín, hasta el 24 de octubre.
La canciller Angela Merkel lanzó la semana pasada un paquete de recomendaciones para la flexibilización gradual de las medidas, pero cada Estado federal adapta las disposiciones.
Hasta este jueves 23, Alemania registró 151.285 casos confirmados de coronavirus, de los cuales 103.300 (68%) son personas recuperadas y 5.367 (3,5%), fallecidas. El total de confirmados aumentó en 0,8% desde el día anterior, con 1.223 nuevos casos.
A principios de este mes, esta variación rozaba el 5% y en la segunda quincena de marzo superaba inclusive el 10%, al tiempo que se llegaba hasta a 4.000 nuevos casos por día.
Alemania se mantiene como el quinto país más afectado por el Covid-19, según el instituto Johns Hopkins.