EFE
“Une envie de vérité" (Un deseo de verdad), que saldrá a la venta el próximo 9 de octubre, promete encabezar las ventas de la temporada literaria otoñal gala por el testimonio de quien ocupara brevemente el título de primera dama.
Cécilia, casada desde 2011 con el organizador del congreso de la conservadora UMP que aupó en 2004 a Sarkozy a la presidencia de su partido, habla de sus primeras impresiones tanto sobre el expresidente como sobre quien ahora es su tercer marido.
“Era inteligente, vivo, divertido, y me di rápidamente cuenta de que yo no le dejaba indiferente”, asegura sobre Sarkozy, a quien conoció en la boda de unos amigos, cuando ambos tenían menos de treinta años pero estaban ya casados y con hijos.
Pese a la “seria resistencia” que asegura haber ofrecido a las propuestas de Sarkozy, “un ser cuya ambición parecía no tener límites”, admite haber acabado enamorándose de ese hombre que pedía su opinión, “cuando estaba convencida de que no le interesaba a nadie”, y haber cedido a la obviedad de que ninguno quería una relación clandestina.
Los extractos de ese libro, difundidos este jueves en exclusiva por el semanario “Le Point”, aluden igualmente a la ascensión política de Sarkozy, como presidente de la UMP, ministro de Economía o, finalmente, jefe del Estado.
“Tanto él como yo estábamos lejos de imaginar que esa marcha triunfal conduciría no solo a la cumbre de su carrera política, sino también al final de nuestra pareja”, revela sobre su elección como presidente de la Unión por un Movimiento Popular (UMP).
Se arrepiente, asegura, de no haber estado a su lado en mayo de 2007, en el debate mantenido entre las dos vueltas presidenciales con la socialista Ségolène Royal, pero se defiende de las críticas que la señalan como culpable de la imagen “bling bling”, de nuevo rico, que acompañó a Sarkozy, padre de su hijo Louis, tras su victoria electoral.
La celebración de esta en el exclusivo Fouquet’s de los Campos Elíseos, indica, fue una elección simbólica que en su opinión no tuvo “nade de incongruente": “Era una manera de honrar a París y a Francia y de asociar nuestra alegría a un lugar que nuestros conciudadanos amaban”.
Cécilia afirma no haber sido la responsable de la lista de invitados a esa criticada fiesta, y a los entresijos de su relación con Sarkozy y con Attias, un hombre “sólido, preciso, pausado”, y añade revelaciones sobre algunos episodios opacos del primer mandato del ahora expresidente.
Entre ellos, la liberación de cinco enfermeras búlgaras y un médico palestino condenados a muerte en Libia, que tuvo lugar tras una visita suya a ese país para reunirse con Muamar el Gadafi.
“Pero yo quiero daros las enfermeras. Te las doy, ¿estás contenta?”, recuerda que le dijo el exdirigente libio, después de que ella le dijera que Sarkozy solo aceptaría una invitación a Trípoli si ese grupo era liberado.
Cécilia, que ha esperado a librar su verdad a que Sarkozy estuviera fuera del Elíseo, insiste en que ella “no ha impulsado una política, ni sugerido soluciones, contribuido a la elección de uno, a la promoción de otro, o a la salida de un tercero”.
Y aunque apunta que prefiere no opinar sobre el expresidente tras su separación, “porque todo eso pertenece a una historia” que no es la suya, sí deja caer su sorpresa ante la imagen “tan impulsiva” que acabó dando un hombre que, en la intimidad, “era de una total placidez y no elevaba jamás la voz”.